lunes, 26 de enero de 2015

Requiem por Melequides

           Corría por aquella Magna Atenas, de filósofos e ideas libertarias, una historia de un hombre atormentado, apesadumbrado por su propia condición. Se tramaba, de oreja en oreja, la curiosa actitud de aquel hombre, que sin embargo, jamás había sido centro de conversación, hasta ese momento, que su propio destino le traicionó. Quizás no fuese consciente si su mal residiera más en su propia fustigación, qué, y negando lo que él pensaba, en sus actos discordantes con su parecer. Llevaba una vida contaminada por su proceder, pues hiciese lo que hiciese, nada habría por satisfacerle. Lo nefasto del asunto, fue exteriorizar ese sentimiento y que algún abúlico personaje, sediento de protagonismo, quiso ganar un minuto de fama, y captar la atención mundana, con una historia que guarda más rencor que interés.
El sujeto, que atendía al nombre de Melequides, continuamente se exponía a los duros dictámenes de su propia mente. Hiciese lo que hiciese, todo era susceptible de ser mejorado, y por ello se esclavizó y fue poseído, atrapado en una difícil tesitura; si puedo hacerlo, por qué no lo hago. Llegó a detestarse tanto como persona que creyó que el mundo estaría, sin duda ninguna, mejor sin él y planificó su propia muerte. Una muerte alentada a diario por ese sentimiento de culpabilidad que se hacía sucio y le evitaba dar sosiego al alma. Se atormentó día tras día, cada vez más convencido de llevar a cabo su felonía. Curiosamente solo le retuvo la locura el propio hecho de saberse no perdonado por sí mismo y eso le impedía llevar a cabo la majadería de dejar de existir por sentirse consigo mismo poco afín. Poderosa es la mente, mucho más que elocuente, que si quiero que no quiero, que si puedo y no procedo.
Puedo asegurar, sin saber el final, que este hombre jamás se mató. Nunca halló calma, ni nunca halló perdón. En esto dicho, personalmente pienso, carece de importancia tanto el personaje, como el manuscrito. Pero realidades de la Democracia, cada opinión debe ser valorada, por ello esta insignificancia debe de ser considerada.


Fletogero de Atenas. Filósofo y científico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario