domingo, 26 de octubre de 2014

Primeras noticias sobre un hallazgo arqueológico



Durante unos habituales trabajos de desbroce de monte bajo en la antigua región conocida como Valencia (en alguna documentación aparece referida como Comunidad Valenciana) se ha localizado una estructura que despertó la curiosidad de los trabajadores. Inmediatamente dieron noticia a la correspondiente delegación territorial de arqueología, alertados ante la posibilidad de un hallazgo de potencial valor histórico y patrimonial.

Desde la oficina territorial se tomaron las medidas oportunas ante la posibilidad de un nuevo hallazgo arqueológico activando el correspondiente protocolo. Se valoró la creación de un equipo que valorase la pertinencia del inicio de trabajos de investigación en la zona; un segundo equipo se ha encargado, como paso preliminar, de documentar toda la región en busca de referencias que puedan aportar algo de luz sobre posibles formas de vida pasadas en los puntos geográficos donde se han realizado los hallazgos. Siendo estos trabajos previos satisfactorios, la delegación territorial decidió el envío de un equipo que debía documentar in situ la relevancia del potencial yacimiento arqueológico.

Imagen I
Los primeros informes han resultado altamente satisfactorios, aportando una valiosísima información gráfica sobre la presencia de unas extrañas estructuras, de origen antrópico, sin que todavía podamos esclarecer con seguridad su posible función a la espera de futuras investigaciones.

Los arqueólogos decidieron realizar una remoción superficial del terreno localizando huellas de una posible estructura que revelaría una antigua construcción. Como se puede observar en la documentación gráfica aportada (Imagen 1), se trataría de alguna construcción de planta circular enmarcada por un perímetro cuadrado en el que se ha comprobado la existencia de cuatro pequeños orificios que se corresponderían con las esquinas. A partir de la huella es posible deducir que se trataría de algún tipo de elemento circular circundado en todo su perímetro por una estructura defensiva. De similar interés es el hoyo documentado justo en el extremo norte de la primera estructura documentada: se trataría de un pequeño agujero rellenado posteriormente. No es posible, sin embargo, establecer una relación cronológica fiable entre estas dos evidencias.

Imagen II
Dada la entidad del hallazgo, los arqueólogos decidieron realizar una nueva cata. Para ello, se trasladaron, dirección norte, a una distancia de un metro o dos de la prospección previa. A nivel superficial, de nuevo, se localizó una estructura similar a la referida anteriormente (Imagen 2): un perímetro cuadrangular, con un pequeño orificio en cada una de sus esquinas y, en su lado norte, más difícilmente perceptible, evidencias de una cavidad de sección circular rellenada intencionalmente. De nuevo, no existe una relación cronológica evidente entre estas dos estructuras. A diferencia del primer hallazgo, no ha sido posible, a simple vista, distinguir una estructura circular interna. Por otra parte, el círculo colmatado situado más al norte parece haber sido protegido en su perímetro norte por una potente estructura de sección cuadrada (aunque resulte aventurado, podría tratarse de algún tipo de pórtico o entrada monumental).

El potencial valor documental de estos hallazgos, sin duda, hace recomendable la continuación de los trabajos de investigación en la zona. Por el momento, se han localizado dos estructuras de origen antrópico y de una simetría sorprendente. No disponemos de más datos que puedan arrojar algo de luz sobre su posible apariencia, aparte de los ya referidos, y mucho menos sobre su función. La ampliación de los trabajos de prospección, para delimitar la potencia del yacimiento, y los correspondientes trabajos de excavación podrían arrojar algo de luz sobre el que puede ser unos de los mayores descubrimientos de la arqueología en los últimos doscientos años.

Luis Pérez Armiño






domingo, 19 de octubre de 2014

Las filas del hambre

El hambre arruga el estómago. Produce un pinchazo agudo que se clava en las entrañas mientras gime con insistencia reclamando su presa. El hambre no suele hacer distinciones inútiles. Hombres, mujeres, niños y niñas, animales. Al principio las molestias son vagos recuerdos de un hábito olvidado. Con el tiempo, esa melancolía se convierte en un dolor que se clava profundo y ancho. Sujeta con fiereza los intestinos y los retuerce hasta su último jugo. Exprime los músculos y sólo deja huesos blancos. Los ojos se pierden para siempre en sus cuencas y por un agujero negro y oscuro se asoma el abismo absoluto de la derrota. 

El hambre no es anarquía. No obedece a ninguna regla del caos que trate de armonizar los elementos y los no - elementos del universo estúpido que nos ha tocado vivir. Tan estúpido e incoherente que dicen que es infinito. El hambre también lo es. Se puede prolongar y prolongar durante metros y metros... Llega a alcanzar kilómetros y rodea toda la geografía. Se expande como una temible y ciega mancha de aceite que engulle a sus víctimas y las consume mientras se regodea relamiéndose y apurando los restos putrefactos. Nada escapa al hambre, ni los muertos. 

El hambre se ordena en filas. Miles de rostros uniformados según diferentes categorías. Ojos asustados que enseñan sus pequeños brazos tatuados esperando su turno para ser recibidos por el señor hambre. Seres famélicos, una horda desarrapada atrapada en el infierno del hambre.

Mientras, el fracaso pasa lista al número interminable y creciente de los fieles hambrientos. Todos acuden a la llamada del hambre. Las migajas se convierten en suficiente reclamo. Sólo exige un pulcro orden que determina una larga y tediosa fila. En ese espacio irreal y prolongado, cada uno debe ocupar pacientemente su lugar apropiado. De acuerdo a su disponibilidad de tiempo, de acuerdo a la conciencia, y según el hambre apriete, cada uno recibirá su recompensa en forma de alimentos hipervitaminados y enlatados, imperecederos y proteínicos. Comida deshidratada y embolsada pulcramente, con la minuciosidad del cirujano, con la exactitud del relojero, del contable estadístico que desde una altura ciega decide la cantidad básica de calorías que debe asegurar la mínima existencia de un ser humano. 

La fila se prolonga y se extiende. Surge de las mismas entrañas del infierno que parece haber querido vomitar toda aquella escoria invisible. La muchedumbre, debidamente ordenada bajo unas leyes no escritas, se arremolina contra la pared. Sus miradas se pierdan y evitan a los testigos incómodos. Nadie quiere hacer pública su fe al hambre. 

Entre sus filas, las huestes esperan. Rostros ingrávidos que no se corresponden con las facciones humanas. Mujeres orondas y de falsa opulencia. Familias enteras de miles de vástagos desarrapados y revoltosos, ajenos al reparto de pobreza que tiene lugar delante de sus sucias narices. Borrachos de largas barbas y greñas enmarañadas. Algunos de ellos, en medio de sus sueños etílicos, se han
erigido como portavoces de la jauría de hambrientos. Sólo son capaces de emitir gemidos ahogados en vino y licores baratos de alta graduación. Otros prefieren recrearse en viejas aspiraciones abandonadas por la resignación y ordenan las filas de aquella tropa informe y demacrada. En medio, rostros llenos de ira, con miradas inyectadas en sangre, que claman venganza ante una injusticia incomprendida. Y en la mayoría de los casos, ojos perdidos y vacíos, pómulos marcados y labios resecos. Son los derrotados. El hambre les ha vencido con creces y los ha convertido en sus prisioneros. 

En una esquina, una niña estalla en sollozos y esconde su rostro contra la pared. La madre, agotada, dirige su vista hacia aquel muro convertido en testigo mudo de las lágrimas de su hija. Pasa su brazo por los delgados hombros de la chiquilla morena que se ahoga en su propio llanto. No tiene respuesta, sólo una bolsa de plástico blanco llena de miseria. 

Luis Pérez Armiño

Valencia, 3 de abril de 2014


domingo, 5 de octubre de 2014

Conciencia III

Dice Marvin Harris que la contracultura es un asunto jovial y sin trascendencia. Un juego de niños y niñas bien, criados bajo la comodidad del estado del bienestar, amamantados en el triunfo burgués de una clase media acunada en los frutos del capitalismo feroz e industrial, contaminante y deshumanizador. En resumen, la contracultura podría entenderse como un divertimento de la juventud, una locura sin peligro ni consecuencias, tarea propia de la edad. En otro sentido, afirma que la contracultura es una válvula de escape hábilmente diseñada por el establishment para que los jóvenes encuentren un desahogo a esas pueriles ideas que pretenden cambiar un mundo cuyos pilares se han anclado con fiereza en las entrañas mismas de la historia. 

El antropólogo norteamericano cita argumentos de peso que cimientan ese esnobismo alternativo, tan propio de la edad juvenil, que la academia conoce como contracultura. Sería imposible que los jóvenes reivindicasen un mundo más justo sin la estruendosa banda sonora de la música alternativa pero, ¿dónde enchufarían sus amplificadores? ¿Cómo podrían embarcarse en largos y costosos viajes iniciáticos alrededor del mundo sin recurrir a los contaminantes medios de transporte? ¿Cómo accederían a ese torrente de contra – información si no fuese gracias a las grandes corporaciones que facilitan las actuales redes de información? Es decir, concluye, la contracultura, en sus más variadas expresiones, no es más que una estrategia finamente hilada desde las élites pensantes para encauzar toda la energía juvenil que aboga por un reparto más equitativo de los recursos. 

Como parte de la contracultura, Harris cita la libertad de la Conciencia III y la droga, no como sucio negocio en el que solo se lucran unos seres depravados a costa de la ruina de otros; más bien como supuesta fuente de conocimiento, una puerta a un mundo de percepciones ajenas a la normalidad de nuestra dimensión más cotidiana y, por tanto, más aburrida. 

Sin embargo, el recurso a la Conciencia III, a las drogas psicotrópicas o a la contracultura se convierten en mero argumento con el que Harris pretende atacar una corriente de pensamiento más moderna que propia modernidad: esa que se sustenta en el ataque contra la pretendida objetividad del sistema científico social. Algo previsible, si consideramos que Harris ha convertido el materialismo en su bandera académica desde que descubriera que en la India la vaca es sagrada debido a los enormes beneficios aportados por sus excrecencias. Harris encierra todo en un mismo saco donde el abuso de las drogas adquiere la misma consistencia intelectual que aquellos que defienden la historia como narración ajena a las pretensiones de esa supuesta cientificidad que dominó el panorama académico allá por los siglos XIX y XX. 

Harris discurre a través de los particulares sobre los universales de la construcción cultural. Y es, precisamente, en la construcción de ese dogma que pretende válido para la elaboración científica de lo social, donde todo el trabajo, de laboratorio y de campo, tiene que precipitarse al vacío.

La Historia se puede comprender como una serie de acontecimientos que ha ido dejando una serie de testigos que han de ser recogidos y, posteriormente, interpretados. En esa labor, entre testigo y testigo domina un espacio neutro donde campa a sus anchas una especie de materia negra que puebla todo de desconocimiento. ¿Cómo es posible trazar un relato comprobable científicamente de esos dominios de los que no disponemos de dato ni prueba alguna? Es entonces cuando hay que realizar un amplio ejercicio de fe que implique una confianza ciega y fanática en las bondades que pueden emanar de la cientificidad, siempre supuesta, de las disciplinas humanísticas. 

Y así, contra Harris, he decidido insistir de nuevo en la necesidad de desandar el camino que hemos recorrido con Harris y volver a izar la bandera de la subjetividad histórica como única metodología válida y propia de la ciencia social. Como toda revolución que se precie, será entonces cuando tiremos por la borda palabra tan odiosa como “ciencia” y expulsemos de nuestro paraíso a todos aquellos que han ocupado los nuevos tribunales de la fe en nombre del Dios – Ciencia. Entonces, concurriremos en una nueva y eterna PAX donde la especie humana, por fin, habrá decapitado al tirano escondido bajo la gran mentira de la Historia. 

Luis Pérez Armiño