Pescadoras valencianas,
de 1903, es uno de esos cuadros tan habituales en la producción de
Joaquín Sorolla que los expertos encuadran dentro de su costumbrismo
marinero. Desde su adquisición, allá por el año 1979, ha ocupado el despacho del presidente de la Generalitat Valenciana
con una clara función protocolaria. Y precisamente desde entonces este
cuadro ha ocupado muchos titulares y noticias de prensa, tanto a nivel
local como nacional. Cuestiones derivadas de rencillas políticas, y la
pertinencia de determinadas decisiones relativas a las cuentas
económicas y el uso del erario público eclipsaron la llegada del lienzo a
la ciudad de Valencia. Por otro lado, Pescadoras valencianas
puso de relieve a mediados de los años ochenta la inmadurez de los
gestores culturales públicos sacando a la luz las deficiencias y
carencias de todas las instituciones que debían velar por el patrimonio
cultural en un momento en el que, precisamente éste, iba adquiriendo su
relevancia como valor público.
Detalle, Pescadoras valencianas, 1903, Joaquín Sorolla Diputación Provincial de Valencia |
Quizá hoy ya sea posible valorar la figura de Sorolla
desde una perspectiva adecuada y que tienda a buscar esa objetividad
tan ansiada, y muy pocas veces alcanzada, en el campo de la crítica
artística. Ya han quedado atrás los fastos que han intentado celebrar la
recuperación de un pintor que, sin embargo, tiempo atrás se ha tendido a
desvalorizar de forma injusta y, en muchas ocasiones, cruel.
Pescadoras valencianas
fue pintada en 1903 cuando Sorolla ya alumbraba el genio que despuntaba
en el panorama artístico de finales del XIX y principios del XX. Había
descubierto las cualidades de la pintura al aire libre, la magia de la
luz del Mediterráneo y, por fin, tras larga búsqueda, había encontrado
su asunto en algo que, precisamente, le era extremadamente familiar:
Valencia y su mar. Este lienzo en cuestión resume la potencia creadora y
lumínica de los cuadros de este momento, plenos de un color a veces
abrumador. Unas mujeres, entregadas a una lectura anónima, ocupan un
primer plano en el que destaca secundario un tipo marinero cerrando la
escena por la izquierda. De fondo, las aguas del mar surcadas por los
veleros.
La Diputación
valenciana no dudó en realizar una poderosa inversión en el año 1979
llegando a comprometer veintitrés millones de las antiguas pesetas en la
adquisición de Pescadoras valencianas en una subasta de la
galería londinense Sotheby’s. Desde el mismo momento de la compra
arreciaron las críticas al exceso cometido e, incluso, las dudas sobre
su autoría.
A mediados de 1980, la policía desarticula una red de traficantes de
arte en Valencia. Uno de los apresados, el brasileño José Silveiro
declaró que el cuadro en cuestión era una copia del original conservado
en una colección particular de Nueva York. Hoy nadie duda de la autoría,
pero en su momento tuvieron que implicarse en esta cuestión, cuyo fondo
residía en rencillas políticas de turno, tanto la propia galería
londinense como el mismísimo nieto del pintor, Francisco Pons –
Sorolla, a la sazón director de la Casa - Museo del pintor en Madrid.
Finalmente, el cuadro fue presentado en sociedad en el Museo Nacional de Cerámica “González Martí”.
Detalle, Pescadoras valencianas, 1903, de Joaquín Sorolla Diputación Provincial de Valencia |
Años más tarde, Pescadoras valencianas participa como préstamo en una exposición celebrada en la ciudad belga de Lieja, en Europealia – 85 (Levante,
17 de enero de 1986). A su vuelta a Valencia, al desembalar el cuadro
los especialistas documentan con estupor un pequeño desconchón, apenas
tres milímetros de diámetro, en el ángulo inferior izquierdo. El pequeño
desperfecto degeneró en una ola de indignación que puso su acento sobre
el estado de conservación del patrimonio autonómico valenciano y desde
los más diversos medios se denunciaba la imperiosa necesidad de proteger
los bienes culturales, amenazados por la dejadez institucional y
profesional. Los análisis posteriores descubrieron la verdad del
desconchón de Pescadoras valencianas: el diario Las Provincias,
en su edición del 19 de enero de 1986, en hábil composición fotográfica
demostró que el desconchón ya se encontraba presente en el momento de
la adquisición de la obra. Su
posterior restauración desapareció, debido al constante vaivén
climatológico del despacho presidencial donde se ubicó, el humo del
tabaco, las corrientes de aire… Los técnicos sólo se percataron de la
falta al regresar el lienzo de su periplo belga.
Hoy, Pescadoras valencianas decora el despacho presidencial de la Generalitat Valenciana,
ajeno su polémico historial desde que en una subasta londinense, el
entonces presidente de la Diputación de Valencia, Manuel Girona,
desembolsó los más de veinte millones de pesetas que costó. En una
reciente entrevista (Las Provincias, 28 de noviembre de 2009) Girona no podía mostrarse más orgulloso: “Los 21 millones de pesetas mejor invertidos de mi vida”.
Luis Pérez Armiño
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