Una madre lloraba a su hijo,
en la batalla había quedado,
el escudo, la pica y el yelmo,
lo que pudo ser recuperado
Murió como un héroe y así se lo expresaron,
¿para qué quiere una madre reconocimientos
sino puede compartirlos con el ser amado?
La explicaron los bizarros soldados
que se le rindieron dignas exequias
hasta que el fuego quedó apagado
-Murió como un valiente
y como tal fue agasajado,
otorgándosele los honores,
que merecía el muchacho-
La impotencia se transforma en llanto,
pues no hay sentimiento más fuerte,
que el de una madre hacía su vástago
En el recuerdo queda el amor,
los besos, caricias y abrazos,
en el rostro el angustioso dolor,
fervientemente representado
-¿Dónde vas mi muy querido hijo?,
que tú nunca has sido marinero,
¡no cruces las aguas de Caronte
y aléjate del infernal barquero!-
En la tétrica ribera del Estigia
aguardaba el bravo soldado,
preguntándose sinceramente,
qué sentido tiene ser laureado
Anhelaba complacerse de una vida
que otro guerrero le ha despojado,
poco importan los actos heroicos
para el que no puede disfrutarlos
Realmente si hay una cosa cierta
en este mundo triste y malvado,
los héroes perviven en el tiempo,
pero la osadía, cara la han pagado
Así pensaba el timorato joven
mientras estaba embarcando,
en aquel lúgubre y viejo bote
que habría de llevarle al otro lado
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