Dicen que los neandertales se sentían atraídos por los signos de
pertenencia y exclusividad. Dicen que los neandertales son ante todo
seres humanos. Luego, por tanto, se puede decir que son igual de
estúpidos que nosotros y se sentirían irrefrenablemente tentados de
demostrar su pertenencia a algún grupo específico o tribu a la primera
de cambios.
En concreto, el titular periodístico
sostiene la posibilidad de la existencia de algún tipo de marca
(entendida ésta en un sentido amplísimo) que delimitase la pertenencia a
un determinado colectivo. Por supuesto, el periodista, aburrido de la
habitual crónica científica, encontró un hecho especialmente llamativo
en la noticia: ¿no podría tratarse ese signo distintivo de un tatuaje?
Es decir, en una hábil comparación etnoarqueológica, hemos de suponer
que los neandertales se tatuaban sus fornidos (y, ¿por qué no?, peludos)
brazos con un ancla marinera o un amor de madre solo para mostrar su
pertenencia y lealtad a sus compañeros (y compañeras, por lo de la
igualdad) de cueva.
Otra noticia es más inquietante. Al
fin y al cabo, los hechos del pasado son solo eso. No es necesario
recurrir a la sabiduría ancestral de eso que llamamos pueblo para saber,
a ciencia cierta, que agua pasada no mueve molino. Es ésta una verdad
como un puño. Por lo tanto, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos,
que no tiene mayor trascendencia saber que los neandertales pueden ser
igual de estúpidos que los humanos anatómicamente modernos con todas las
letras. El problema es si la ciencia escribe el futuro…
Los
primeros resultados de las investigaciones desarrolladas en el
laboratorio coreano Seuponji Sillika Ga han despertado las alarmas más
suspicaces de los comités éticos de investigación científica de todo el
mundo. Al parecer, a la vista de los datos ofrecidos por los estudiosos
coreanos, el laboratorio podría estar desarrollando algún tipo de vida
basada en el silicio. En cualquier caso, se habrían superado otros
ensayos en los que el silicio sí actuaba como un componente estructural
de un ser vivo. De acuerdo a las noticias llegadas desde Corea, en este
caso el silicio tendría un papel protagonista en el proceso metabólico.
La descripción de “esto” es, por lo menos, preocupante: se trataría de
una operación de ingeniería nano – bio – tecnológica cuyo resultado se
ha traducido en un complejo molecular formado por la adición de
partículas elementales de silicio. El ciclo vital de estas formas nano –
biológicas comienza con la unión de determinados elementos hasta formar
un ser complejo que posteriormente, por el habitual desgaste vital, ve
reducida su masa y vitalidad. La única forma de perpetuarse es mediante
el acoplamiento a otra estructura para formar un todo más complejo. A la
espera de nuevas declaraciones, éstas son las únicas informaciones que
han trascendido desde Seúl.
Noticias más felices nos
llegan desde la India. Según recoge en su página Web Calcutta Post, una
antigua estrella local de cricket ha patrocinado el desarrollo de una
máquina que, en momentos de duda, permite adoptar las mejores soluciones
posibles con un índice de error mínimo. Es tal la fiabilidad del
invento, que sus desarrolladores han decidido bautizar su invento con un
grandilocuente “máquina de la felicidad”. El mecanismo, según
explicaban medios cercanos al jugador de cricket recogidos por
los redactores del Calcutta Post, es extremadamente sencillo: el usuario
debe incluir todas las posibles decisiones a adoptar; en segundo lugar,
la máquina lanza una serie de cuestiones en torno a unas variables
constantes que el usuario debe responder; con los datos aportados y de
acuerdo a unos valores estándar que, según los creadores, definen la
felicidad, la máquina ofrece cuál es la mejor decisión a adoptar de
acuerdo a una serie de complejos cálculos estadísticos.
Según
informa el rotativo indio, al ser preguntados los inventores por esos
valores que definen la felicidad, los científicos declinaron responder
más preguntas y se remitieron a la información contenida en la escueta
nota de prensa remitida a los medios.
Luis Pérez Armiño
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