El pasado 26 del presente mes dimos noticia de uno de los hallazgos
arqueológicos más espectaculares que han tenido lugar en el ámbito
académico en los últimos años. De forma somera, se describía la
presencia de evidencias de dos estructuras que revelaban algunos datos
sorprendentes: una elaborada simetría constructiva que podría indicar
algún tipo de elemento implicado en la ordenación del territorio. Sin
embargo, a la luz de los datos obtenidos, es difícil precisar su papel
en su contexto cultural particular. Es más, es imposible arrojar luz
sobre el grupo humano responsable aunque sí podemos considerar su enorme
complejidad cultural.
Ante la falta palpable de
información, la correspondiente delegación territorial de arqueología ha
decidido diseñar todo un proyecto de investigación que pueda aportar
una información fidedigna, científicamente probada, sobre el significado
último de los restos, al menos sus huellas, localizadas.
El
protocolo previsto para este caso se encuentra recogido de forma
precisa y detallada en los desarrollos teóricos y prácticos de la
ciencia arqueológico; de hecho, las autoridades, conscientes de la
trascendencia patrimonial de la actividad arqueológica, decidieron
otorgar un soporte legislativo que asegurase la profesionalidad,
cientificidad y rigor ético de la práctica profesional y académica. El
objetivo buscado por los legisladores era la puesta en común de los
resultados de la investigación arqueológica y su aprovechamiento público
en beneficio de toda la sociedad.
Todo hallazgo, sea
cual sea su entidad, ha de ser comunicado a la autoridad pertinente. Si
no tuviese lugar esta comunicación, el responsable incurrirá en una
falta de omisión. En el asunto que nos trata se ha producido la debida
comunicación a través de los cauces apropiados. La patrulla de desbroce
informó de forma inmediata de la presencia de dos "huellas" de aspecto
extraño que no eran de origen natural. Realizada la oportuna
comunicación, registrada según se indica reglamentariamente, la oficina
administrativa comunicada traslada el hallazgo a la delegación
territorial competente de arqueología. Se inicia, entonces, si así se
considera oportuno, el protocolo de intervención oportuna.
Por
lo tanto, ante los informes técnicos que avalan la relativa importancia
del hecho comunicado, se ha decidido iniciar la investigación de la
zona afectada por los hallazgos mediante un concienzudo trabajo de
documentación.
La delegación cuenta, para estas
ocasiones, con un personal específicamente designado para llevar a cabo
esta "prospección" más propia del trabajo archivístico. En todo caso, se
trata de un paso previo e ineludible de toda investigación
arqueológica. Así, los resultados han sido poco esclarecedores: son
muchas las referencias que se esconden bajo la descripción de "huellas
cuadradas y redondas en el suelo". Desde sistemas de riego, a balizas de
señalización. En cualquier caso, todos los resultados que aludían a
algún tipo de actividad animal han sido descartados ya que en ningún
caso se puede encontrar paralelos con la perfecta simetría de las
huellas localizadas. Sin embargo, el sistema de riego ha de ser
desechado debido a la naturaleza del terreno sobre el que se asienta:
una zona de granito pulimentado. Este hecho revela una información
complementaria que puede resultar fundamental para lograr la comprensión
total del importante hallazgo arqueológico que no trae entre manos.
Luis Pérez Armiño
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