martes, 31 de enero de 2012

Con la Iglesia hemos topado

Colgaba “El Apostata” en su muro la publicación del BOE donde viene especificada la asignación que el Estado ha destinado a la Iglesia y cuya cantidad asciende con exactitud a 13.266.216,12 euros mensuales. Digo yo, ¿para qué necesitan tanto dinero unos señores que se dedican a especular con lo intangible? ¿No deberían ceñirse al mundo inmaterial, a los dominios del Señor, siendo lo único importante la riqueza de espíritu? ¿No fue Jesucristo el que dijo de dar al César lo que es del César, refriéndose al dinero? En lugar de eso nos encontramos con un estamento que ha divergido de la idea original de dar al necesitado, quedándose ellos con el patrimonio y condenando al  hambre al despojado. Han esquilmado a aquel al que tenían que haber favorecido, y todavía tienen la cara dura de pasearse por el mundo dictando normas y creyéndose, además, con el derecho de hacerlo.

Aparte del citado dispendio se les ha concedido, también, una serie de beneficios fiscales que contrastan claramente con el esfuerzo colectivo del resto de sufridos tributarios. ¡Exenciones fiscales y trece millones de euros al mes! ¿No se supone que son los vicarios del Señor los que debían de vivir en la mayor de las humildades? No logro entenderlo. Mientras, el resto de los españoles tienen que apretarse el cinturón para salvar a una España ingrata, que continuamente pide esfuerzos al más desfavorecido para poder cebar a sus parásitos.

Esta es la carta de presentación de la humanidad. Ignorantes que son nombrados doctores honoris causa, asesinos legitimados por este mundo absurdo, que encima, los aclama como héroes o nuevos cruzados o que sé yo, y una Iglesia inútil, absurda e involutiva. Lo peor es que les seguiremos financiando su postinera vida y su farsa porque somos idiotas, porque nos revelamos con timidez y vergüenza, y sobre todo, porque somos los que les sostenemos y justificamos en sus sillones. Luego no nos quejemos si lo único que comemos son IRPFs.

La historia, por vieja, es sabia, y en ella han quedado registradas las atrocidades cometidas por la Iglesia, que nos deja un claro mensaje que somos incapaces de ver. Una moraleja tan absurda como cruel, que explica "como arrea el cura" y como mira después para otro lado. La historia del clero es la historia de la censura a todo aquello que pudiera poner en peligro su status, y para justificarse en la felonía utilizaron el nombre Dios. A Dios rogando...

Si algo define a los siervos de Dios es la poca humildad. Como ejemplo, el caso Galileo, donde después de más de tres siglos y medio de orgullo y obstinación, en el año 1992, la Iglesia aceptará la teoría heliocéntrica como buena. Alguno se preguntará ¿es cierto que hasta ese año desconocían como era el movimiento de rotación de la tierra? Pues hombre, aunque tengo mis sospechas, prefiero pensar que fue por un acto de cabezonería, reconsiderada en el año 1992, pagando así la deuda histórica que contrajeron con su error. Se pidió perdón públicamente a Galileo Galilei por la acusación de herejía y por el daño provocado, aceptando con ello la teoría heliocéntrica.

Vinculada al dinero y al poder, la Iglesia, en ocasiones, ni se ha molestado en esconder su infamia. Son conocidas, histórica y no tan históricamente, las concubinas de obispos y cardenales. Una norma sandia la del celibato, pues son seres humanos con sus necesidades, pero es una ley que ellos mismos han establecido y rompiéndola nos presentan su naturaleza y “modus operandi”. A pesar de ello, sigo pensando que mejor será el sexo prohibido, pero consentido, que el que han practicado últimamente algunos clérigos.

La Iglesia Católica ha sido el auténtico azote de la humanidad, no tiene mesura en sus atrocidades. No olvidemos que muchas de las mayores masacres y guerras de esta historia se han hecho en nombre de Dios. Cuando reclame a todos los infames a su presencia, no quiero ni imaginar la “divina condena” que les va a caer por mancillar su nombre.
 
La intolerancia de la Iglesia se ha ido convirtiendo en inadaptación, o mejor dicho en inadaptación intolerante. El clero es un estamento en vías de extinción, incapaz de llegar a sus feligreses y que subsiste a través de estúpidos números que no hacen gala a la realidad. Se apoyan en aquellos que han sido bautizados y que no saben lo que es una misa. En gente que se acuerda más del “Padre Tejero” que del Padre Nuestro. Meros números, pero para ellos importantes y que explican, no sé cómo será ahora el proceso, que hace unos años te pusieran unas trabas tremendas para concederte la apostasía, que es un derecho. 

Que se puede pensar de unos guías espirituales que prefieren ver como mueren inocentes antes que suprimir unas ridículas normas desfasadas en el tiempo y en el espacio.  Mientras, individuos pertenecientes a la alta jerarquía eclesiástica se han “pasado por el forro” todos los mandamientos, los de Moisés, los de pecar de verdad, incluido el tercero. Que gracia tiene que hablen ellos de respeto, cuando ¡jamás! han aplicado ese concepto a su código. Si sois capaces de amasar fortunas, matar en nombre de Dios, neutralizar los avances científicos acusados de brujería, de negar lo innegable y lo evidente, como la Teoría de la Evolución o cualquier otra teoría venida del saber, no me habléis de respeto. Si sois capaces insultar a vuestro padre y de privar de pan al hambriento, de lucraros de la miseria y el dolor, no me habléis de respeto.

Predican sobre los placeres de la muerte, del encuentro con Dios. El caso es que evitan ese encuentro como cualquier otro mortal. ¿No debería ser motivo de alegría reunirse con el Señor? Tienen una sospechosa actitud. Empiezo a pensar que no hay mayores ateos que obispos, cardenales, vicarios,… Solo así se explica que insulten de esa manera tan descarada la inteligencia del pueblo.
 
Todo esto me lleva a una sola conclusión, ¡quien quiera religión, que se la pague!, acabemos ya con esta lacra. Que cada uno pague por su espiritualidad, pero no con los impuestos que deben estar al servicio del bien común y no de unos pocos, sino que lo paguen de sus bolsillos. Es muy fácil dar cuando es el único camino. “Las misas financiadas por el Estado deberían de ir con prescripción facultativa y solo en caso de peligro para la salud”.

Este discurso sería injusto e inacabado de no exculpar a aquellos misioneros y sacerdotes, que los hay, y bastantes, que realmente se preocupan de los feligreses, de los desamparados y de los que sufren. A todos ellos, eclipsados por los insanos actos del resto, les felicito, y no debería ser así, pues en definitiva ese es su trabajo, pero es tan inaudito ver esto en el seno de la Iglesia que no merece menos que mi reconocimiento. A pesar de ello sigo animando a que se viva la espiritualidad directamente con Dios, sin gorrones e interesados de por medio. Que se me crea cuando digo que por este camino hay mayor garantía de llegar al Señor. La espiritualidad católica es comparable a los productos que viene del campo, en el momento que pasa por intermediarios su precio se dispara.

En definitiva, ¿qué se puede esperar de unos desalmados que muestra el amor a Dios clavando a su hijo en una cruz?, ¿así es como se salvó la humanidad? Ser malvados es vuestra auténtica bondad.


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