jueves, 19 de enero de 2012

Ay, ¿Quién maneja mi barca, quién?

Como la canción de Remedios Amaya, así se encuentra el Gobierno de España desde hace ya mucho tiempo, en la misma barca de la cantaora y sacando el mismo resultado de Europa. El anterior equipo de Gobierno impotente, cansado y afligido, se sentó a esperar el inevitable relevo. Los últimos meses fueron agónicos, parecía como si un Cronos travieso y perezoso estuviese jugando con la paciencia de todos. Hubo un abandono en la gestión del Ejecutivo y la política a seguir fue la de parchear los asuntos en vez de tomar decisiones, ésas quedaban archivadas para el nuevo inquilino de la Moncloa. Cuando llegó el actual Gobierno culpó al anterior del estado de las cuentas y se basó en ese punto para justificar la subida de impuestos que había prometido no hacer durante la campaña. Si que hay que reconocer que el nuevo capitán se ha puesto a remar, solo que alguien debería indicarle la dirección a seguir, pues no se puede cruzar el Atlántico en una barcaza sin comida ni agua.

La política marcada desde el nuevo Ejecutivo es la adormecer todavía más la economía con recortes y más recortes, siguiendo las pautas de la rácana Merkel, que por otro lado vive una realidad económica que dista mucho de la española. Otra cosa que no entiendo es que continuamente se “elogie” la política presupuestaria de nuestro país, que si se va por buen camino, que si felicitaciones de éste, felicitaciones del otro… Pero al final siempre se repite la misma coletilla, no es suficiente, hay que hacer más reformas. ¡Entonces no lo estamos haciendo bien! Me hacen especular con la idea de que desde Europa se piensan que entendemos las cosas en diferido y hay que ir poco a poco y paso a paso, motivándonos con una palmadita en la espalda de vez en cuando, para que entendamos bien el mensaje. El caso es que después de tanto recorte y de que nos toquen continuamente los… “bolsillos”, el problema más importante que tenemos en España, la tasa de paro, no solo no ha bajado sino que crece. Será que las cosas de palacio van despacio y hay que esperar algún tiempo más para que haga efecto tanto recorte. Para entonces espero que haya algún individuo, que no sea funcionario, trabajando.

Vivimos desgraciadamente en un mundo despiadado, en el mundo de la globalización, el consumismo y el materialismo,  la opción más lógica es pues  favorecer ese consumismo para que devuelva el optimismo laboral.  Glosábamos el otro día Kurrax, ilustre miembro de este blog, y yo sobre el “esclarecido” del que partió la idea de candar las contrataciones públicas, cuando lo lógico, coincidíamos los dos, es favorecer el empleo público. Terminar de una vez las dichosas líneas de alta velocidad, reparar las maltrechas carreteras, lo que sea, pero dar trabajo a una parte de la población, que a su vez favorezcan la contratación de terceras personas con el consumo que generen. Al final salen ganando todos ya que esta dinámica repercutirá positivamente en las arcas públicas, al haber más personas que pagan impuestos. Es decir, si hay una empresa a la que seguro la van a conceder créditos, esa empresa es el Estado. En vez de cerrar el grifo precisamente lo que hay que hacer ahora mismo es invertir en trabajo, animar los mercados y favorecer las transacciones económicas que con el tiempo  generen nuevos puestos de trabajo.

La situación de desesperación que vivimos nos va haciendo ver la realidad y aquellos trabajos que antes repudiábamos, con la barriga vacía, se miran de otra manera. Nos habíamos vuelto vagos, decadentes y prepotentes y ahora comenzamos a darnos cuenta de ese error, cuando es demasiado tarde. Hemos tenido al resto del mundo trabajando para nosotros y como consecuencia ellos son más ricos y nosotros más pobres, solo hay que ver a que ritmo crece la economía de China o la hindú. No entiendo porque importamos productos que podemos manufacturar nosotros. No tenemos dinero para pagar la educación de nuestros hijos y sin embargo pagamos la universidad de terceros, ¿no suena estúpido? Nos hemos convertido en un bazar de productos manufacturados en Asia, que nos venden por telemarketing desde Sudamérica, en todo esto nosotros solo ponemos el dinero, ¿cómo vamos a prosperar?. Nos hemos cargado nuestras industrias y cultivos porque no eran rentables y ahora ni generamos, ni podemos comprar, eso sí, todos contentos porque ganamos el mundial. Panem et circenses para el pueblo, solo que esta vez se olvidaron el panem. Veo lógico que importemos kiwis de Nueva Zelanda, pero no naranjas, tecnología de China, Corea o Japón, pero no ropa y calzado de los que hemos sido tradicionalmente productores. En definitiva, todos tenemos nuestra parte de culpa y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, eso sí, seguro que la piedra es made in Taiwan, que cuesta cinco céntimos menos y aunque el pulido sea más tosco y desprenda un polvillo tóxico, al final cumple con su objetivo.

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