En esta, nuestra nación, se dan situaciones curiosas, es
más, yo diría rocambolescas, que permitimos pasivamente. El discurso de
Rajoy, “empachante” en todo su contenido, lo ha encaminado a convencernos por
el método de la reiteración abusiva, de que la situación está mejorando y que
su programa empieza a dar resultados. En este blog, Rajoy es conocido como “el
Reformero”, pero este calificativo cae en desuso, el apropiado sería Rajoy “el
Optimista”. Con más de seis millones de desempleados, una economía ya no
paralizada sino en recesión, una línea de crédito de unos 100.000 millones de
euros a la banca, que a su vez está expropiando inmuebles a aquellos que pagan
su salvación; yo personalmente no veo esos resultados. Que alguna vez mejorara
el panorama, pues sí, pero por el simple hecho de que no hay mal que cien años
dure.
Otro de los argumentos recurrentes que tiene el Gobierno es
la alusión a la herencia recibida. Creo recordar, en periodo de elecciones, a
los miembros del PP repitiendo incesantemente que eran conscientes de la
situación en la que se encontraba el Estado y que tenían un programa sólido que
permitiría salir de la crisis sin subir impuestos; pastorcillos mentirosos, es
lo que sois. Si no me equivoco, cuando llegaron al poder la deuda pública
estaba en el 4%. Con ello no quiero defender al PSOE, que los dioses me libren,
porque lo raro es que con un gabinete tan incompetente la deuda pública fuese
tan baja. Pero el señor Rajoy decidió hacer pública la deuda de las empresas
privadas y fue arbitrario en tal decisión, pues solo beneficio a unos pocos, la
banca para ser exactos. Mientras, miles y miles de autónomos, que son los que
realmente dan empleo en el país, caían ante la impasibilidad del Gobierno.
Antepuso lo que se le decía desde Bruselas, en realidad Berlín, a los intereses
de aquellos que le habían aupado al poder y aceptó la citada línea de crédito
cuyos intereses pagamos todos. Por cierto, esa línea de crédito es un rescate
en toda regla, que nadie se deje confundir por las ladinas palabras del
Ejecutivo.
Lo cierto es que si esta situación se analiza fríamente se
puede llegar a pensar que Rajoy ya no miente, porque se ha creído su propia
mentira. Que España va a salir de la crisis es cierto, pero que sea por las medidas
tomadas desde el Gobierno, que lo único que han hecho ha sido estrangular la
economía y facilitar al empresario el despido, ¡no señor Rajoy!, no se clave
usted medallas por ello y menos cuando todavía ni siquiera se ven visos de
recuperación. Esa recuperación solo la ve usted, lo que me lleva a pensar que se
quita las gafas para leer los balances reales de la situación del Estado.
Se me viene a la cabeza una comparativa que en mi opinión
viene como anillo al dedo. Cuando usted dice que está levantando España evoca
en mi mente a algún que otro trasnochado franquista repitiendo cansinamente,
igual que hace usted con su discurso, que Franco levantó España. Pues le voy a
recordar que antes de levantar España, Franco la hundió con una guerra que
desangró a la población. Y antes de levantar España, los españoles sufrieron
quince años de aislamiento y hambre por la política del Caudillo, amén de que
España fue una nación subdesarrollada mientras vivió. Eso mismo le pasa a usted;
ha hundido España con la inestimable colaboración del PSOE, del resto de
políticos corruptos, de la todopoderosa banca y de la corruptela engendrada en
el mundo de la construcción. Inexplicablemente en este asunto si se ha puesto
de acuerdo con el anterior Gobierno.
Lo más gracioso del asunto es que dice estar orgulloso de
sus medidas porque con ellas se va a salir de la crisis y agradece la
colaboración de todos los españoles; incluso en eso es usted un cínico. Aquí
nadie ha colaborado voluntariamente. Hemos sido obligados a aceptar su
dictadura financiera, porque parece ser que la soberanía española recae en
bancos y grandes empresas. Todavía recuerdo la fallida cruzada que quiso
emprender contra Argentina por el asunto REPSOL-YPF. Como si los asuntos
privados de una multinacional fuesen un asunto nacional.
Esa es su política, una defensa a ultranza de los intereses económicos, no de las personas. A mí poco me importa lo que le pase a REPSOL. Lo único que me preocupa es la desdicha y miseria que padece la gente que conozco por culpa de su política al servicio del poderoso. Pero no le voy a quitar mérito en una cosa, y es que realmente usted ha cohesionado al pueblo español; pero no en la defensa de la banca ni de REPSOL, sino que ha unido a la mayoría de los españoles en un sentimiento de repulsa y hastío hacia su Gobierno. Un sentimiento que cada vez es más agresivo e intenso y que no se hasta dónde llegará ni las repercusiones que tendrá. Sigue sin querer oír al pueblo, usted verá lo que hace.
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