Se
encontraba el forastero y también el comerciante,
el
vagabundo y el caminante
y,
en conclusión, todo aquel que se presentase,
un,
cuanto menos, curioso bando municipal
en
la misma entrada del lugar.
Con singular rima, quizás forzada,
muy
paleta y algo fina,
avisaba
a ladrones, vagabundos, avarientos,
además
de comerciantes fraudulentos
y
en definitiva, a todo aquel que de lo ajeno se lucrara,
las
tremendas consecuencias que tales actos acarreaban.
Hasta el paleto puede ser locuaz y así se presentaron,
de
esta guisa y con abusada rimbombancia,
de
versos extraños y de mal asonancia,
más
el mensaje quedose claro al extraño.
Así atendía el citado escrito:
Que te trae por estos lares si por ti no han preguntado,
¿necesitas
de invasiones para tu objetivo macabro?
Concentra
la mirada en este verso no versado,
luego
no gimas con pavura que no se te ha avisado.
¿Dónde miras? anodino caballero, no queremos ser observados,
llévate
contigo esa presencia y el hediondo hálito.
No
tantees a las almas a las que no resultas extraño,
advertidos
estamos de tus negros comentarios,
que
son poseídos por la profunda mentira del que se nomina perturbado.
Aunque al auditorio duermes, siempre hay un despistado,
que
se deja seducir por tu mensaje almibarado.
Porfía
cuanto gustes, menestral del diablo,
concluido
el cántico, por donde viniste te den resguardo.
Y
guarécete bien lejos, que por corteses la primera la escuchamos,
en
las sucesivas, talegazos de bienvenida y de despedida, zurriagazos.
Aquí la vianda es muy cara para entregársela al falaz,
vete
al pudiente, por si se dejara embaucar.
Caratulero
insano, ¿qué fraguas con esa voz que de pronto escuchamos?,
prometes
alegrías y pasiones, ¡prometes demasiado!,
pues
alguna ilusión secuestras... y ¡no se mancilla lo sacro!
Aquellos que vivís, inmundos parásitos,
del
esfuerzo ajeno, de la patraña y del descaro,
aquí
os convidamos a juicio sumario
donde
expiar las culpas del daño perpetrado.
Quédate claro de esto que a continuación te informamos...
pues
si en lugar de dar la cara, penetras camuflado,
además
de los mamporros, los atributos te sesgamos.
Con el mensaje quiso el pueblo de forma letrada,
avisar
a los gorrones de sus “ostias ilustradas”,
el
concepto fue mal comprendido,
las
“ostias” si quedaron claras.
Saque
cada uno sus conclusiones...
yo
la cara hinchada,
además
de tres huesos rotos
y
la “pelvis destrozada”.
Cómo experiencia, también saque sustancia.
Todavía
me duele en el cuerpo y en el alma,
esa
contundente y aleccionadora moraleja
disfrazada
de ridícula y maldita rimbombancia.
Por cierto..., cardenal más o menos e igual dolor en la crisma,
no
hallé mayor diferencia entre la ostia bizarra y la ostia más fina.
Atentamente:
Esián Tectero,
vidente
y pendenciero
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