Entre las definiciones que se encuentran de las redes
sociales puede establecerse que técnicamente son formas de interacción basadas
en un intercambio dinámico de información entre distintos individuos, grupos e
instituciones, y en diferentes contextos de complejidad. Todo ello, dentro de
un sistema abierto, en continua construcción, que involucra a individuos identificados
con las mismas necesidades y “equívocas”, y que se organizan a través de este
medio para potenciar sus recursos. Vaya rollo.
Hoy por hoy, es la herramienta de comunicación más utilizada
y muy útil para intercambiar información entre profesionales, relacionarse con los
seres queridos en la distancia o conocer diferentes culturas. Además, actúa como
un potente medio reivindicativo y de protesta, de valoración personal y
laboral, lugar donde compartir inquietudes, medio completo de información al
viajero, etc… En realidad, no hay un límite fijado, la red social abre un campo
indeterminado de posibilidades, pero ante todo, y que esto no se olvide, funciona
como un impresionante portal lúdico.
En la red social se empieza por descubrir a otros sujetos
con quienes compartir intereses, preocupaciones o necesidades. Así se forma un
grupo, cuya fuerza permite experimentar cambios sobre el individuo, que de otra
manera serían impensables, y generar nuevos vínculos afectivos. Esto provoca
una ruptura con el aislamiento que aqueja a gran parte de la sociedad,
manifestándose, en muchos casos, en un retraimiento o en una excesiva
interacción social sin afectos comprometidos.
Es en este punto donde quiero fijarme hoy.
El peligro que puede entrañar la red social mal entendida y mal aplicada. Nos
quedaríamos sorprendidos de lo mucho que sabe internet de nuestras vidas y,
francamente, es para preocuparse. Como todo en esta vida, el abuso de la red
social es pernicioso. Hay que sorprenderse y admirar el avance tecnológico que
hemos experimentado pero como todo lo novedoso, tiene una serie de peligrosos
que en muchos casos desconocemos.
El uso indebido, excesivo y anómalo de la
red, que, por supuesto, incluye las redes de búsqueda de pareja, amistad o
aquellas que comparten intereses sin ánimo de lucro, provoca un desvanecimiento
de la realidad. La red atrapa al individuo transformando su vida virtual en
real, donde nos vamos a encontrar a un protagonista fantasma, en un papel
tragicómico, estableciéndose una situación más propia de culebrón televisivo,
que de otra cosa. Como sugirió Nietsche, cuando miras al abismo este te
devuelve la mirada.
La información que “volcamos” en la red,
lo mismo que la información que tomamos como verdadera de otros sujetos, puede
volverse en contra de uno. Ese desnudo o esa ingenuidad, por muy inocente que
parezca, nos deja muy vulnerables ante individuos que han desarrollado una gran
capacidad de aprovecharse de cualquier circunstancia.
Internet tienen la incomprensible capacidad
de transformar en popular al anónimo, al discriminado en integrado, en igual al
diferente, en guapo al feo y, “paradójicamente”, en genio al limitado. Una red
social es una herramienta perfecta si quieres crear tu yo de la nada, es decir,
da la posibilidad a que el sujeto se refunde a si mismo, utilizando el
anonimato para evadirse de él.
La aclaración anterior nos explica la
razón fundamental por la que internet está invadido de doctores, periodistas,
literatos, caballeros salvadores de bellas damas y astronautas. Una amplia gama
de canallas y majaderos, supuestamente versados, o simplemente insistentes, y
dispuestos a aprovecharse de la ignorancia de algunos/as. Eso en el mejor de
los casos, ya que en ocasiones la información aportada en la red ha sido el
mejor campo de acción que han tenido asesinos, violadores, pederastas,
pervertidos, chantajistas, oportunistas, ladrones e incluso caníbales. Aunque
los comportamientos anómalos acaban teniendo el efecto de la espada de
Damocles, en muchos casos, el daño que ha hecho el aberrante cuando se le detecta
es irreparable.
Lo correcto es preguntarnos si estamos preparados para competir
con la propia tecnología que generamos. Si nos adelantamos a nuestro tiempo y avanzamos
por encima de lo que podemos asimilar o simplemente actuamos ignorantemente y
sin saber lo que hacemos ¿Caminamos por la senda de la tecnología, o la tecnología
camina por el levantado asfalto de la humanidad?
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