martes, 30 de abril de 2013

Llegó la noche

Por fin llegó el viajero, después de tanta espera. Este último viaje había sido especialmente largo así que se le esperaba con una mayor intensidad. Siempre era bien recibido y como mensajero de su tierra le esperaban curiosos y muy excitados por las nuevas que podría traer.
-¿Dime, viejo, qué nuevas contáis?, ¿Qué acontece por los mundos y qué debemos conocer?-. Se interesaron sus paisanos.
-Hermanos,- dijo el viejo, –hoy le he visto la cara al diablo y me ha enseñado el futuro. ¡Disfrutad mientras podáis!, pues el final ronda cerca. Quizás no imaginemos su malévola intención, pues como humanos que somos y por mucha maldad que cometamos no somos dignos del Maestro- Tomó resuello y continuó, con el horror pintado en su rostro- En breve vamos a conocer lo que es maldición, pues si el hombre se guía por intencionalidad, la palabra la inventó quien nos la va a aplicar.
Sorprendidos ante el jarro de agua fría que les había arrojado el viejo en su discurso preguntaron inquietos  y con esa naturaleza tan humana que niega la tragedia.
-¿Tan grave es la situación?, viejo  ¿Por qué debemos de hacerte caso? Nos incomodas con esas palabras que quizás sean erróneas.
-Haced lo que creáis justo y debáis -contestó el  viejo exaltado-, pero recordad que cuando las noticias han sido propicias siempre os habéis parado a escucharlas. En cuanto son adversas os amparáis en la ignorancia para justificar el miedo. Poniendo una venda en los ojos no se mitiga el problema, simplemente no lo veréis llegar y ese sería un error, os privaría de estar preparados para lo que ha de acontecer. Tened en cuenta que nunca he errado y se cumplirá lo que vaticino. Lo mismo da lo que opinéis, así pues pensad con justicia o insensatamente, que de esta no escapáis. Lo único que me duele es vuestro insulto hacia mí. Solo las buenas noticias son dignas de vuestra atención. Ese miedo ignorante es dañino-.
El desasosiego era evidente, mas ninguno de los presentes quería creer en lo peor. Buscaban una palabra del viejo que aliviara la tensión, por si entre todo este ceremonial de muerte se escondiese una solución. Negaban que el fin estuviese tan cerca, pues no había lógica para pensar que eso hubiese de suceder.
-Viejo, alguna vez habrás de equivocarte. Alguna vez habrás de errar en tus pronósticos. Quieran los dioses que sea esta vez cuando no aciertes, pues nuestra vida, por lo que argumentas, va en ello-
Cansado ya el viejo de repetir el mismo sermón, se limitó a decir:
-Hemos sido malvados y ahora lo tenemos que pagar. Esas armas que hemos utilizados contra los seres inferiores se volverán contra nosotros, pero utilizadas de forma magistral. Vamos a ser aleccionados en nuestra propia  vanidad y ahí nos daremos cuenta de lo frágiles que resultamos los humanos. Preparaos para lo que ha de llegar y afrontarlo con dignidad, pues hagáis lo que hagáis no se puede cambiar lo que ya está escrito. Esa es la voluntad de los dioses y se ha de cumplir.
               No hubo fallo en la predicción y poco después sobrevino la oscuridad. Fueron días movidos para el barquero del Aqueronte, aquel que le dicen Caronte. La intención humana no es suficiente para superar al que dio el nombre a la palabra maldad. No hubo piedad ni para los niños, pues por eso se define el mal. Tan solo, a modo de muestra, un pequeño brote verde quedó sin arrasar. Señalando el lugar donde una vez hubo vida, ahora solo esterilidad.
                 El humano sigue creyendo lo que quiere y le cuesta afrontar su realidad. Siempre intentando luchar contra el destino, jugando a ser divinidad. Es posible que sea porque el bien más preciado que tiene un hombre es su vida y desprenderse de ella nunca es fácil. Pero hay cosas con las que no se puede luchar.

Atribuido a Licurgo de Platea  (personaje ficticio de El ostracismo de Caronte)

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