domingo, 21 de julio de 2013

James al encuentro (casual y excesivamente formal)



Querido James:

Te habíamos dejado abandonado en tu nuevo medio, la calle. Tus pasos torpes y desequilibrados te habían conducido con poca soltura a través de la vía pública provocando graves desórdenes entre los viandantes. En alguna ocasión, llegó a afirmar algún testigo, la huida apresurada de hombres y mujeres, de niños y mascotas, sin orden ni concierto, provocó una avalancha humana en pequeñas callejuelas y callejones. Pero eso no es nada en comparación con el nauseabundo espectáculo de un James satisfecho de si mismo abriéndose paso entre una multitud temerosa.

Y James caminó y caminó durante horas y horas bajo el tupido sol. El tiempo volaba a su alrededor y James no era consciente ni de los minutos ni de las distancias. Al caer la tarde, con un sol todavía pendenciero y sin ganas de desaparecer de escena, el ambiente tórrido se caldeó aún más. Entre los coches, sobre los edificios, una pesada e imperceptible bruma se adueñaba lentamente del ambiente. Pesados y espesos goterones de sudor resbalaban por la frente blanca y cristalina de James. El escaso pelo se pegaba a su redondo cráneo mientras se encrespaba prodigiosamente. El aire se cargaba de electricidad. Todo apuntaba a una tormenta de verano.

Estimado señor Redneck: esperamos que la providencia tenga a bien dejar caer uno de los tormentosos rayos sobre su hueca cabeza y le fulmine de forma inmediata reduciendo su mezquina existencia a un puñado de polvo que el viento no tenga dificultades en esparcir en el olvido.

En apenas unos segundos imperceptibles, en un guiño rápido y espontáneo de ojos, la tarde se convirtió en noche cerrada teñida por unos pesados nubarrones de un tono gris amenazador. James dirigió su mirada miope hacia el cielo, tratando de esperar algo. Y ese algo llegó en forma de una gran gota de agua que, casualmente, se estrelló graciosamente en el tosco cristal derecho de las gafas de James. Fue el pistoletazo de salida para un tremendo chaparrón que transformó las calles en riadas turbulentas mientras hombres, coches y asustados animales buscaban su cobijo. James lo encontró en un estrecho soportal atiborrado de personas que rehuían su contacto. Cuando James se creía a salvo, alguien tocó su hombro con cierto hastío y dejadez. Era Frank Meadow. Un rubor impúdico invadió el cetrino rostro de James.

Frank Meadow era el alcalde de la ciudad. Su porte le predisponía de manera natural al mando inflexible. Era hombre alto, muy alto. La extrema delgadez que dejaba entrever un cuerpo fibroso y bien formado, estilizado, aumentaba la sensación de altura imponente. Su extraordinario físico hacía las delicias de sastres y modistos que se afanaban en hacerle los mejores trajes con las telas más prodigiosas. Chaquetas, chalecos, camisas y pantalones se acomodaban a la perfección a cada parte de su anatomía. Su cara era la personificación absoluta del poder y su nariz aguileña otorgaba personalidad a un rostro cuadrado de firmes mandíbulas. Con sus oscuros y penetrantes ojos más que mirar examinaba. Por último, el necesario toque de dignidad lo aportaba un elegante sombrero descuidadamente ladeado.

James se encontró ante el alcalde Meadow. Miraba impotente, con los ojos temblorosos, a través de sus cristales empañados. Los cuatro jirones que conformaban su pelo se desparramaban calados por su frente. Su rostro adquirió una cómica mueca de perplejidad, de violenta incomodidad ante la presencia apabulladora del señor Meadow. Al fin y al cabo, Frank dirigía los destinos de la ciudad con mano de hierro. Todo un ejército de funcionarios y burócratas serviles trabajaba a sus órdenes mientras una legión de asesores y hombres de confianza trazaba las líneas maestras del gobierno municipal. Pero el poder de Frank iba más allá y no existía un solo negocio legal o ilegal en la ciudad que no tuviese que rendir cuentas mensuales ante el “tío Frank”, como le llamaban en los lugares más oscuros de la ciudad. Frank Meadow era la ciudad, y Ruth Coiffeur su mujer.

Luis Pérez Armiño

1 comentario: