Ya
habíamos descrito la escena más arriba. Ahora… ¡comienza el diálogo!
Jane
Wright da vueltas desordenadas a través del despacho de James Redneck mientras echa
rápidos vistazos a las hojas que guarda en su carpeta. Su gesto es cada vez más
desesperado y no deja de pronunciar irritantes gemidos y grititos
ensordecedores y profundamente desagradables. Cada vez que abre su boca se
pincha un afiladísimo alfiler en el centro mismo del tímpano produciendo un
dolor insoportable. James ha dejado de leer su libro, lo deja encima de la mesa
abierto y se recuesta en la
silla. Extiende su brazo por detrás del respaldo. Cruza las
piernas con dificultad asomando parte de su pantorrilla blanca y un calcetín de
lana de color oscuro. Su rostro deja ver una sonrisa maliciosa: “Él es el jefe
y esa postura, sobrada y muy calculada, lo confirma”.
Jane
sigue vociferando peroratas sin sentido. Está totalmente atacada. Es un manojo
de nervios. Su mandíbula cobra vida propia y amenaza con salir disparada como
un proyectil. Sus muecas deforman su rostro a una velocidad supersónica. A
intervalos regulares, se puede comprender partes del discurso que Jane dirige a
un James satisfecho.
JANE
WRIGHT: Han solicitado desde la compañía
Lead Lines un pedido de nuestro nuevo
modelo de caja autoplegable AP 2.0 (con tono indignado)
Jane
continúa deambulando como una poseída por el despacho, soltando todo tipo de
improperios y palabras sin sentido. Pone los ojos en blanco y empieza a echar
espumarajos por la boca.
JAMES
REDNECK: ¿Quiénes son esos de la compañía
Lead Lines? (hace la pregunta con un tono de
elevada suficiencia, con cierta ironía satisfecha. Sabe a la perfección quienes
son los responsables de Lead Lines. De hecho, es amigo personal de su gerente)
Jane,
de repente, se detiene enfrente de James. Se inclina sobre su mesa y le mira
fijamente. Los ojos de la mujer se inyectan en sangre y la mandíbula acelera su
particular ritmo enloquecido.
JANE
WRIGHT: Sabes perfectamente quienes son (recalca estas últimas palabras llenas
de odio). Es la compañía que está en Groundnut (un pequeño pueblo que hace las
veces de ciudad dormitorio de Pooltron City). Esos (grita despectivamente) que
no son nadie, sólo venden en mercadillos y en tienduchas de mala muerte… ¡Esos!
(se exaspera por momentos). ¡Se atreven a pedirnos a nosotros (enfatiza con
furia esta palabra) nuestras cajas! ¡Están locos! No, no, no… (repite mientras
se tira de los pelos y deshace su moño). ¿Cómo se atreven…? ¿A nosotros? (Una
hinchada vena sobresale en su cuello amarillento)
JAMES
REDNECK: Bien, no pasa nada (con suficiencia), ¿cuántas han pedido? ¿Diez,
veinte, cien… cuántas son? Qué importa, consulta con Contabilidad y les
preparáis un envío con las peores que tengamos. No te preocupes. Así salimos
del paso
JANE
WRIGHT: No me parece adecuado (trata de serenarse. Misión imposible. Se
exaspera aún más). No te das cuenta que nuestro logo aparecerá por todas las
ferias de puebluchos como si fuésemos unos cualquiera (dice estas palabras
incrementando por momentos su rabia descontrolada y subiendo el tono
desesperante de su voz).
A
Jane se le van a salir los ojos de las órbitas. La vena palpita con más fuerza
y ya es de un color púrpura preocupante. Una gota de sudor recorre su sien. Su
boca se retuerce de dolor contenido mientras se muerde con excesiva fuerza sus
propios labios. Se apoya en la mesa de James con claro gesto reprobatorio.
“Maldito James”, piensa. Le agarraría por su fofo cuello y le ahogaría con
todas sus fuerzas. No puede apartar su mirada del gaznate de James. Le mataría
allí mismo.
James
dirige su mirada hacia la vena púrpura y palpitante del cuello de Jane. Observa
su inquieta barbilla cubierta de jirones de baba. James se ajusta las gafas y
se ruboriza. Algo crece y exige su propia existencia en su entrepierna. La
excitación le domina. Jane es consciente de la mirada libidinosa de James y
empieza a sentir un tímido cosquilleo mientras se erizan los pelos de su nuca. Jane
se relame sus labios delgados como lombrices. Por su cabeza sólo ronda un
deseo… “James, vamos a hacerlo encima de tus malditas cajas de cartón. Es lo
que quieres”.
El
problema es evidente. James y Jane, bajo los efectos del deseo sexual, son
animales primarios.
Luis Pérez Armiño
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