lunes, 17 de septiembre de 2012

¿Reflexiones incoherentes, o miedos justificados?



Vivimos en un país cuyo Gobierno se rige desde una ciudad que se llama Bruselas y que poco tiene que ver con nuestra nación desde hace varios siglos. Allí, en esa ciudad, existe un lugar al que llaman Parlamento Europeo, con un presidente, Herman Van Rompuy, que pocos conocen, que nadie le ha elegido, pero que tiene la potestad, no se si por el mismo o inducido por Alemania, de dictar las normas que ha de cumplirse en España.

Todo este mal nos llega de aquel famoso Tratado de Lisboa. Un tratado ratificado por España en un referéndum que debía de haberse declarado nulo, pues votó el 44% de la población, lo que indica que más de la mitad de la gente con edad de votar pensó que la Constitución Europea no merecía levantarse del sillón para ir a las urnas. También es cierto que la mayoría desconocía cual iba a ser la consecuencia de este Tratado. Pero en cambio si votaron mayoritariamente los ciudadanos en el referéndum que se celebró al mismo efecto en Francia, Holanda e Irlanda. En los tres países se dijo ¡no! a la pérdida de soberanía que suponía el Tratado de Lisboa. Lejos de amilanarse, los gerifaltes de Bruselas hicieron caso omiso a la voluntad del pueblo, se sacaron de la chistera un Tratado de Reforma, no volvieron a pedir la opinión de los votantes y ratificaron la Constitución Europea. Este Tratado nos está desangrando, pues nos obliga a salvar al euro, a pagar los agravios de bancos y cajas que son empresas privadas con el esfuerzo colectivo de los trabajadores.

Le crecen los enanos al Gobierno, porque la situación límite a la que está llevando a la población se hace insostenible. En Andalucía los jornaleros han comenzado a movilizarse. En las cuencas mineras seguirá habiendo movilizaciones. Cada poco se convoca una manifestación en las grandes capitales. Y lo peor de todo, han convencido a todos los indecisos catalanes a tomar partida por la autodeterminación de su nación. Y cuando digo que esto último es lo peor me refiero a que como se dilate la situación actual los políticos acabarán provocando un movimiento popular de tal fuerza que, sino arrojarlos del poder, disipe al Gobierno de seguir con esta política, pero para entonces quizás Cataluña haya tomado una decisión sin vuelta atrás y nadie podrá reprochárselo. Decisión que es obvio que no va a favorecer ni a españoles ni a catalanes, pero con qué cara les vamos a impedir, si lo deciden mayoritariamente, que no se separen.

Lo único que sé es que llevan meses diciendo que vamos por la senda correcta, que se han tomado las medidas adecuadas, pero yo lo único que veo es que cada día surge un nuevo problema. Curiosamente el PP, el partido que con mayor fervor clama a la unidad nacional, van a ser los responsables, como sigan así, de la disgregación de la misma ¿Qué aliciente tiene estar en un estado que mata de hambre a su población? Como trascienda lo de Cataluña, a ver cuánto tardan los vascos en plantear la misma cuestión. Ahora que lo pienso, eso si lo sé. Dentro de poco hay elecciones en Euskadi, así que en cuanto saquen del Gobierno a los socialistas escucharemos sus propuestas.

La última cuestión que se me plantea es que el Ejecutivo de Rajoy ha repetido hasta la saciedad que han recibido el apoyo mayoritario de la población española. En eso se han justificado para realizar su programa político. Si la mayoría de los catalanes o los vascos decidiesen democráticamente no pertenecer más al Estado español, ¿les dejaría escindirse, pues estaría justificado con una mayoría absoluta?, ¿o les depararía otro tipo de discurso? En este tema creo que también se lo que va a pasar, ni siquiera podrán votar en tal cuestión. La Democracia solo funciona para que el pueblo vote al europelota que nos va a vender en Europa. Vamos que lo de somos europeos nos la han colado bien colada.


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