sábado, 3 de noviembre de 2012

El movimiento pendular de la vivienda



La tesis es la siguiente: la vivienda, como concepto de definición compleja, ha tendido a un movimiento pendular en su desarrollo histórico de especial trascendencia. La arquitectura, como apropiación del espacio para determinados fines, ha tenido unos orígenes de especiales características; y ha sufrido una determinada evolución que, más o menos, ha respondido a unas formas universales, más si consideramos el proceso globalizador ocurrido con la expansión occidental a partir del siglo XV; y ha concluido con una peculiar vuelta a sus orígenes en los tiempos actuales donde la post – modernidad ha sido capaz de sustraer todo el concepto matérico de la vivienda o la arquitectura para transformarlo en una entidad de extrema abstracción susceptible de jugar una más que importante baza en el actual escenario de oferta y demanda. Veamos brevemente esta evolución simple y estúpida de la vivienda.

Primera parte: la vivienda comunal

Como todo origen que se precie, el de la vivienda se sumerge en mares insondables donde sólo se pueden arrojar efímeros destellos de luz en una oscuridad de ignorancia. Las primeras evidencias arqueológicas apenas pueden ofrecer un dato certero que nos ponga ante la prueba irrefutable de una vivienda. Quizás determinados vestigios puedan indicar la remota posibilidad de una existencia pretérita de una estructura que pudiésemos identificar como habitacional. La ciencia nos ha descrito grandes zonas ocupadas durante un periodo más o menos prolongado por un número variable de individuos. En principio, nos referiríamos al aprovechamiento de recursos naturales para después pasar a su manipulación y así obtener el cálido hogar con el que protegerse de inclemencias y demás peligros del mundo natural. En todo caso, la comparación etnográfica y cultural nos indica la preferencia por estructuras comunales donde distintas unidades familiares se agrupaban. Y encima, casi todas estas viviendas eran de materiales biodegradables.

Segunda parte: individualización y conversión crematística

El discurrir histórico de las diferentes sociedades ha pasado por un aumento de la complejidad de los componentes que forman parte de las distintas estructuras sociales. La vivienda no fue ajena a este proceso. Se convirtió en un bien manipulable y objeto primario dentro de todo aquello que se consideraba digno de formar parte de la propiedad privada de tal o cual sujeto en cuestión. Ya no sólo se trataba del valor otorgado a la vivienda en tanto que los materiales empleados en su construcción, las horas de trabajo empleadas, etc. Se había convertido en un bien en cuya consecución debían intervenir profesionales específicamente preparados y que, con el tiempo, fue perdiendo su carácter comunal para individualizarse progresivamente. El culmen de este proceso, su clímax, vino de la mano de la multipropiedad (algunos individuos podían poseer dos o más viviendas) y la entrada en el mercado especulativo de la vivienda como un bien que genera amplios beneficios.

Tercera parte: colectivización parcial del bien

En la lógica diabólica que parece dominar este nuestro nuevo milenio, la vivienda ha jugado un papel terrorífico. La estructura destinada a convertirse en salvaguarda frente a la incansable y cruel naturaleza ha sido corrompida por determinadas corporaciones y poderes supra – estatales con el objetivo de convertirse en fuente de beneficios especulativos. Las familias, antiguas propietarias, han pasado a convertirse en sujetos endeudados de por vida y más allá mientras que las viviendas, los pisos, apartamentos, estudios, lofts, chalés, etc., han pasado a formar parte de los activos de grandes corporaciones bancarias y financieras que no han dudado en subvertir el orden natural del hogar para volver a colectivizarlo en manos de juntas de gobierno de grandes agrupaciones empresariales y bursátiles. Así, la vivienda ha completado su peculiar círculo y ha vuelto a colectivizarse aunque, en este caso, en unas pocas manos cuyas estrategias residen en el beneficio de una minoría acaudalada frente a la antigua idea del hogar común como centro de toma de decisiones orientadas al bien común.  

Conclusión

Toda nuestra vida empeñados en una peculiar visión dual de la historia cuando la muy puñetera se empeña en insistir en su carácter cíclico. Eso sí, esas lecciones que pretende darnos siempre vienen cargadas de mucha sorna e ironía. A veces la historia lo único que se merece es un tiro entre ceja y ceja.

Luis Pérez Armiño


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