Hoy voy a hablar de un tema que me había pedido, hace tiempo, una
amiga que quiere permanecer en el anonimato, pero que tiene todo el derecho
del mundo, aunque sea a través de mí, a exponer su disconformidad. Además, coincido
al cien por cien con su forma de ver este tema. Mi amiga, ante todo es una
persona normal y corriente, o eso quiere ser, pero está indignada por el
cinismo que hay respecto al tema de la mujer y su equidad social con el hombre.
En este mundo corre más rápido la intención que el hecho,
esto, no debería ser así, pero es lo normal. A veces, en esa carrera, la
intención se separa demasiado del hecho, se queda sola, y es ultrajada por los
intereses económicos y políticos. Esto está dedicado a aquell@s que tienen la
boca muy grande y se aprovechan de todo con fines populistas, frívolamente, y para
dar rienda suelta a sus bajos instintos. Y como dice mi amiga: -No sé quienes
serán peor, si los que no quieren la igualdad, o los que se burlan de ella, a veces, incluso defendiéndola-
Hay toda una corruptela vinculada a esa hipocresía
social, en la que han convertido, ciertos sectores, el mundo de la igualdad entre hombres y mujeres. Con lo fácil que es establecer
esa igualdad en la teoría y la cantidad de “obstáculos” que luego se encuentran
en la práctica. Me explico, ¿qué tontería es esa del día de la mujer trabajadora?,
¿solo trabajan un día? Estamos buscando que no haya diferencias de género y
ponemos un día especial para las mujeres, como si hubiese que explicar que
trabajan, ¿no es contradictorio? Esto es igual que aquel que dice que no es
monárquico, pero que es Juancarlista, igual de contradictorio.
Ni siquiera aquellos que balbucean soltando mayor baba con
el tema de la igualdad entre hombre y mujer, son capaces de conseguir insertar
tal igualdad en su propio hábitat, con cierta normalidad. Me refiero a los
políticos, incapaces de mantener un sistema de equidad entre hombre y mujer, sin norma por medio. Se
han encontrado muy limitados a la hora de elegir a sus representantes ¡solo por
sus aptitudes!, sin que se decante la balanza del lado del varón y han tenido que establecer un mínimo de mujeres y un mínimo de hombres para que les cuadren las
cuentas. Es decir, no dice mucho de ellos si tienen que andar estableciendo
leyes que regulen la equidad entre hombre y mujer en el propio Senado,
Congreso, etc. Tanto por ciento de hombres y tanto por ciento de mujeres, para
no descolocar estadísticas. Se supone
que son el ejemplo a seguir...
No va a ver nunca igualdad hasta que dejemos de hacer bobadas
para conseguirla y eso pasa por erradicar porcentajes, “días felices” y demás
tonterías. Simplemente, en vez de obsesionarse con la igualdad, lo que tenemos
que hacer es centrarnos en valorar las aptitudes de las personas, y olvidarnos,
de una vez por todas de términos como hombres, mujeres, gitanos, negros, amarillos, ¡solo
personas! El resto llega simplemente esperando. Esto es lo único que hay que considerar,
el término de persona, sin más etiquetas.
Por cierto, ¡a ver si se deja de tocar las narices con el
idioma! No son capaces de poner orden en su gallinero y se piensan que pueden
meterse con algo tan serio como es la lengua española. Neci@s presuntuos@s que
creen estar por encima del bien y del mal. No tenemos un lenguaje machista, ni feminista,
tenemos un lenguaje muy rico, y cambiarlo, ¡por capricho!, no creo que sea la
mejor solución. El machismo está en el ser humano, no en el lenguaje y se combate
a nivel personal, no semántico. No hay que confundir a la gente, para cambiar un
idioma milenario por simple electoralismo, o por rizar el rizo, o por querer
ser más papista que el Papa, o creerse que van a ser recordados en el futuro.
En este mundo hay personas, señorías, pediatras, periodistas, canallas, sinvergüenzas,
que no quieren ser señoríos, ni pediatros, ni periodistos, ni canallos, ni
sinvergüenzos y, muchísimo menos, personos. "Vayan tod@s ustedes y ustedas", que
tienen tanto tiempo, a solucionar el problema del machismo, el de verdad, de una vez por
todas, y dejen de tocarnos las aes, las ees y las oos. Está muy feo destrozar un
idioma por un puñado de votos.
Vivimos en el mundo del absurdo, donde, si podemos, en
vez de ayudar a alguien, le pisamos la cabeza para que se ahogue antes. Se nos
ha ido todo esto de las manos. Pero eso sí, ya no hay minusválidos, ahora son
discapacitados, ya no hay negros, ahora son hombres de color. Somos unos
cínicos. Simplemente hemos cambiado la etiqueta del producto, no nuestra visión
hacía él.
No se pueden tratar ciertos temas con esa frivolidad,
solo por fines partidistas o simple elucubración personal. En vez de luchar por
un mundo más justo e igual, hacemos el paripé, nos centramos en bobadas y no
atajamos el problema de raíz. Éste no es un mundo de porcentajes, es un mundo
de seres humanos y no todo es cuantificable, pero como habeis recortado los presupuestos de educación, desconoceis esa lección.
Lo que tenéis que hacer, “politicuch@s” y demás séquito
de lo absurdo con mucho tiempo libre, es corregir los desfases salariales entre
hombres y mujeres, impedir que se pueda despedir a una mujer embarazada,
erradicar los asesinatos de género y, en definitiva, poner los mismos medios a
unas y otros. Sobre todo, hay que invertir en educación, EN VEZ DE RECORTAR
SIEMPRE AHÍ, para que los hombres del futuro vean en la mujer a su compañera y
no su objeto. Para que quede claro que al igual que lo hace un hombre, una
mujer toma sus propias decisiones, y en definitiva, que son tan personas, "que no personos", tanto la/el un@ como el/la otra. Eso
se consigue desde la educación y concienciación.
Lo de cambiar la lengua española es un proyecto demasiado
ambicioso para tan pequeño colectivo.