Aquellos años...

La vida pasa como un rodillo, aplastando las ilusiones, los sueños, despejando incógnitas y finalizando proyectos. Es por eso que debemos amar cada momento, por único e irrepetible. Los cambios de ciudad, cuestiones de trabajo, niños, o simplemente porque la edad te lleva por un camino diferente, te van distanciando de aquellos maravillosos años.

Pero siempre queda "ese momento", que con el tiempo se hace más intermitente, y que luchamos por conservarlo. Un momento reservado a aquellos amigos con lo que has compartido media vida. Un momento mágico que nos regresa, por unas horas, a la inmadurez de aquellos años universitarios. Es entonces cuando nos encontramos de nuevo el mundo de las ilusiones perdidas y las fuerzas recobradas. Vuelve a surgir ese sentimiento, cada vez más difuso en este universo, de poder abandonarte a la despreocupación.

Mucho tiempo ha pasado y, sin embargo, todavía pervive alguno de esos lugares tan propios, donde conseguimos parar el reloj y robarle a la vida juventud. Sempiternos, como nuestra propia inmadurez, aguantan las acometidas de Cronos. Será que lo bueno es duradero. Allí vivimos momentos que solo se extinguirán de nuestra mente con el último suspiro.

El Crazy Town, un fijo en nuestras noches locas, y cuyo “gran jefe”, Chus, se ha atrevido a tentarnos con otro lugar repleto de magia y encanto, el pub Santa Cruz. ¡Que de marcha te queda por darnos! Porque Chus es un tío enamorado del rock and roll, capaz de enseñarnos de que va ese rollo. ¡Que matraca te hemos dado! con la redundante cantinela del pon esta canción y ahora pon esta otra. Si la paciencia se vendiera, le hubiésemos hecho millonario.

Como añoro los años del “comunismo de la miseria”, en el cual no importaba el dinero que tuvieras, sino la compañía. Los años en los que se juntaba toda "la pasta" y de juerga hasta que se acabara. Chus, brindo por el Crazy Town, y por tu nuevo proyecto, el pub Santa Cruz, regálales a las nuevas generaciones momentos como los que nos has dado a nosotros.