No pudiendo sostener más su indignación Logorbe se dirigió al
templo. Un templo que desde hacía mucho tiempo le era desconocido. Se había
resistido a volver a pisar aquel suelo que no consideraba sagrado, sino más
bien un refugio de hipócritas y mal intencionados que expiaban sin mucho tesón
sus culpas. Frente al altar miró cara a cara a la diosa y con mirada desafiante
exclamó:
-¿Qué han hecho de ti? Convertida en letrado de analfabetos y
feudo de ignorantes. Recurso desesperado de aquellos que no afrontan
adversidades. Te han transformado en comercio de sucios y en salvación de
cobardes. De ti beben los que están vacíos, los atormentados por su conciencia.
Te has dejado arrastrar al manantial de la mentira y te erigiste el
estandarte de la inmundicia.
No entiendo en qué estabas pensando. Han envenenado de tal manera
tu nombre que, solo pronunciarlo, ostenta muerte. Deja de enmascarar al tirano,
de dar cobijo a cuentistas y trovadores oscuros. ¡Haz algo ya!
¡Despierta!, ¿no te das cuenta que de ti hace vida el golfo y tesoro el
usurero? Transformada quedas en manceba de lascivos. Tu imagen es motivo de
culto, pues en ella halla el amparo la codicia del mentiroso. Lograste que te
convencieran de sus sucios sueños y en ellos resides ahora. Te mudaste con
engaños y quedaste atrapada en aquello que en algún momento odiaste. Quedas
reflejada en el comercio del avaro, en el azote del pobre, en la justicia del
injusto. Sin embargo, y a pesar de todos los males expuestos, no te oigo
llorar.
Solo te pido que escuches a los que no gritan, aquellos que son
callados y a los que ya no dicen nada. Escúchalos a todos ellos, porque todos
merecen ser escuchados.
A mi me perdiste hace mucho tiempo, mas rencor no te guardo y por
eso te advierto que consideres la antigua Ley y expulses al abyecto.-
Dicho esto se alejó con lentitud. Tenía la sensación de no haber logrado
nada, pues sabía que no era suficiente la palabra de un insignificante mortal
para conmover a Temis. Pero lo cierto es que el sabido fracaso de antemano en su
misión no podía ocultar el sentimiento de paz y sosiego que le invadía por
dentro.
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