martes, 16 de octubre de 2012

La Titanomaquia

              No le iba a resultar tan fácil al Crónida* deshacerse de su padre como este había hecho con el suyo. Consciente de la fortaleza del enemigo al que se iba a enfrentar, Zeus liberó a los Uránidas** Brontes, Estéropes y Arges, conocidos como los cíclopes. Agradecidos al padre de los olímpicos, dotaron de armas a los hijos de Cronos con las que vencer a los Titanes. A Zeus le concedieron el trueno, el rayo y el relámpago, que Gea había estado custodiando. Hades recibió un yelmo que tenía el poder de la invisibilidad. Poseidón fue obsequiado con un tridente que al ser golpeado contra el suelo producía una devastadora fuerza.
              En la cima del Otris se atrincheraron los Titanes.; los olímpicos hicieron lo propio en el monte Olimpo. Tomadas las posiciones por ambos bandos, centraron los esfuerzos en una tan fatigosa como inútil lucha que habría de durar más de diez años. Demasiado tiempo de contienda para que la balanza no se decantara por uno u otro bando. Tomo la determinación Zeus de liberar del Tártaro a los terribles Hecatónquiros, los de cien brazos y cincuenta cabezas, a cambio de su fidelidad en el conflicto que mantenía con el hermano de estos. No fue difícil atraerse su simpatía, pues estaba aun presente la traición de Cronos y agradecían al Crónida volver a ver la luz del día.
             Se enfrentaron en nefasta lucha Titanes y olímpicos, estos últimos contaban ahora con la ayuda de los Hecatónquiros, que podían lanzar sin cesar enormes piedras con sus cien brazos. La moral de Zeus crecía con sus nuevos aliados y arrojaba rayos y relámpagos con incontrolable furia. La tierra ardía, el mar hervía y todo aquello que la vista lograba abarcar quedaba convertido en destrucción y desgracia. Las acometidas de Zeus cegaron a los Titanes. El estrepito del contacto entre los dioses sacudió las entrañas de Gea y los dominios de Urano se vinieron abajo***. Fue proverbial la intervención de Coto, Briareo y Giges, pues lograron sepultar a los Titanes con las devastadoras rocas que lanzaban, a trescientas por vez, tantas como manos tenían. La situación fue aprovechada por el padre de los olímpicos para apresarlos y encadenarlos. El Tártaro fue el destino elegido por Zeus para castigar a Cronos y a los hermanos de este que le habían ayudado. Un negro lugar tan distante de la tierra como esta lo está del cielo y donde dicen que un yunque tirado desde la superficie terrestre tardaría diez días en llegar. No todos corrieron la misma suerte. Atlas, el fornido Titán, hijo de Jápeto, el más fuerte de todos ellos, fue condenado a soportar sobre sus hombros y su cabeza el vasto cielo que se había derrumbado durante el enfrentamiento. Los Hecatónquiros fueron encargados de vigilar a los prisioneros y recibieron palacios en las profundidades marinas. Se salvaron del castigo las Titánides y Océano, por no participar en el conflicto.  

              El propio Cronos fijó su destino. Cometió el mismo error que su padre y eso le privó del poder. No hay madre que soporte el sufrimiento de sus vástagos y por evitarles dolor serían capaces de dar su vida. 


*Hijo de Cronos
**Hijos de Urano 
***El cielo se desplomó sobre la tierra

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