Triste vida de un insignificante ser,
sin oficio ni beneficio, y muy desdichado,
que quiso la casualidad ponerle en el lugar
y en el momento menos adecuado
Allí observó un crimen, fruto de una discusión convertida
en un concierto de improperios, mamporros y puñaladas,
vinculándose, por inoportuno, al terrible acto homicida
Poco acostumbrado a este tipo de visiones balbuceó,
los nervios la habían traicionado y allí mismo se delató.
El novicio asesino, con los ánimos ya calmados tras el
delito,
se percató de su presencia y con sosiego, hacia él se
dirigió
Cara a cara al “hombrecillo”, con la más sincera intención
de no aportar más sangre al asunto, allí mismo pactó su
delito,
con la posibilidad de comprar el silencio y hallar una
solución
con una cuantiosa cantidad de dinero, o sino darse por
proscrito
Tentado por la avaricia dio tranquilidad al sobornador,
pensando muy poco en la gravedad del asunto,
se acogió al unto y prometió total y absoluta discreción
Macabro pacto que dejaba al asesinado sin justicia,
indemne al asesino y enriquecido al ambicioso.
Con ello cerraron capítulo y consumaron su inmundicia,
se selló como sacro un pacto poco honroso
Concluido el asunto, pasó algún día
hasta que el cadáver fue hallado,
comenzando una investigación
que llevó a casa del sobornado
En medio del interrogatorio se habló de recompensa al
chivato,
lo que animó a cantar al sujeto a cambio de peculio y
anonimato.
Halló como poco lo que el asesino, por su silencio, le había
dado
y decidió el muy avariento aumentar fortuna con otro acto
villano
En la morada del asesino, hombre bien posicionado,
se filtraron las noticias de su arresto inmediato.
Cogiese lo que pudo y partió como alma que lleva el diablo,
pues lo de darse preso no lo había valorado
A medio camino decidió hacer un alto,
para que el “hombrecillo” le explicara
la razón de que le estuvieran buscando
Escucho con sosiego sus palabras,
más no hallando sentido al acto,
sacó un cuchillo y le dio muerte,
sumando un segundo asesinato
Tanto dinero tenía...,
que no pudo disfrutarlo,
más le valía ser pobre,
pero "vivito y coleando"
Del asesino nada más se supo,
en algún lugar estará refugiado,
no todo en la vida es justo,
¿por qué lo iba a ser este relato?
La moraleja queda bien clara,
mas, al que no se haya percatado,
la avaricia no es nada buena,
como tampoco lo es el engaño
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