Se hallaba un hombre de avanzada edad sentado sobre una
piedra que estaba colocada justo donde un camino se bifurcaba en dos. Allí disfrutaba de un apacible día de sol, cuando llegó un viajero que se detuvo ante él no sabiendo que
dirección tomar. El viejo le observaba en silencio, pero dejaba entrever la
curiosidad que le producía cual iba a ser el camino que al final escogería. Después
de un buen rato de indecisión seguía sin decantarse por una u otra dirección,
así que el caminante optó por pedir consejo y se dirigió al anciano:
-Antes de partir solo me hablaron de un camino que llevaba a
mi destino, sin embargo aquí queda dividido sin indicar cual es la trayectoria
correcta. Tendrías a bien indicarme ¿cuál de estos dos caminos es el que debo
de seguir?-.
-Los dos llevan al mismo sitio, la cuestión es cúal es el que tú quieres tomar-.
-No entiendo, si los dos llevan al mismo al sitio, qué
importancia ha de tener uno u otro. ¿Tanta diferencia existe entre ambos?-.
-Siendo exactamente iguales en distancia a recorrer los dos camino, el la izquierda
se hace más largo. En él te demorarás continuamente para obtener el sustento. Te
tendrás que esforzar y a veces de ese esfuerzo no obtendrás beneficio. Es un
camino peligroso y lleno de dificultades, pero digno para el que lo acomete. Tendrás cuando finalices
el reconocimiento que mereces y así serás tratado.
-¿Y el de la derecha?-, inquirió con curiosidad el
caminante.
-El de la derecha cruza los fértiles campos de un viejo. No
tendrás dificultades en obtener el sustento, ni tan siquiera si eres
sorprendido por el dueño, pues no es rival para un joven vigoroso como tú un
viejo entumecido y sin fuerzas. Por este camino hallarás la abundancia que
nadie te ha de privar si actuas con firmeza, de no ser así morirás de hambre. Al final del trayecto también
tendrás el reconocimiento que mereces y así serás tratado-.
-Supuestamente el camino de la izquierda es el correcto, el
que debo de seguir y el de la derecha es el camino indigno, el de la condena.
¿No es así?-. Preguntó en un tono que daba a entender que había comprendido lo
que aquel hombre quería decirle, pero no estaba muy seguro de que fuese lo que
realmente quería.
-No es misión mía opinar,-contestó el viejo con sequedad, -ni tan siquiera la de aconsejar. Me limito a
indicar que se encontrará cada uno en cada camino. La decisión es personal y solo
tú debes escoger-.
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