Hoy, por variar un poco el tema, voy a hablar de uno de
los lugares más singulares de la geografía española. Un paraje donde el descanso
y la tranquilidad se han hecho arte. Donde el tiempo se paraliza
transformando todo el escenario en sagrada calma. Si existe ese lugar donde
Dios al séptimo día se echo a descansar, no me cabe la menor duda que se
llama Picos de Europa.
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Foto extraida de la Wikipedia |
El transcurrir de pequeños riachuelos, vigorosos e
incansables, ha modelado un paisaje inexpugnable donde se muestra con descaro la
obra que la Madre Naturaleza, siempre caprichosa, ha concebido en Picos de
Europa. Los imponentes picos alternan cumbres desnudas por la erosión con
frondosos mantos de vegetación, ofreciendo un espectáculo sublime y seductor
que acaricia el sentido de la vista. Los caminos conducen a bosques inhóspitos y misteriosos de
encinas, robles, hayas..., cuyas ramas se mecen suavemente, susurrantes, al
compás de una brisa cándida y apaciguadora, orquestando una melodía que implora
calma e invita a la relajación. Reconocido como Parque Nacional de Picos de
Europa en 1918, tiene el honor de ser el primero que ostenta esta consideración
dentro del territorio nacional.
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Foto extraida de la Wikipedia |
Se funde con el paisaje una arquitectura popular fraguada
en piedra y madera de la que es buen exponente el hórreo. Una sencilla
construcción destinada a almacenar excedentes agrícolas, convertido en la actualidad en el
referente estructural de la zona. Son muchos los caminos y senderos que parten
de los distintos caseríos hacía la aventura que es descubrir estas tierras, hogar
de corzos, urogallos, águilas, lobos y osos pardos.
La
propia orografía es un reclamo para los amantes de la
escalada, el alpinismo, el senderismo, el rafting, las rutas en
bicicleta o a
caballo. El entorno invita al sosiego, la paz y la comunión con la
naturaleza, en un escenario único que no conoce el estrés, ni las
prisas. Todo tiene su tiempo, tan solo alterado por la propia presencia
humana. Un hechizo envolvente atrapa a un visitante al que le será difícil olvidar
el lugar donde confluyen las emociones, con el descanso y la diversión.
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Foto extraida de la Wikipedia |
A
la hora de sentarse a la mesa el buen gourmet es
conocedor de una gastronomía de
elaboración
casera, fundamentada en la tradición y de influencia pastoril. El cordero, la ternera, el cabrito o la
carne
procedente de la caza adquieren un sabor con personalidad y único, ya
sea por
esa calidad suprema o por la dedicación con la que se procede a su
elaboración.
Dentro de este apartado hay que tener en cuenta a los productos
obtenidos de la
matanza. Haciendo un especial hincapié en los embutidos de la zona leonesa,
alumbrados por un clima seco y frío que confiere a chorizos, cecinas,
lomos o morcillas, ese sabor tan característico. Los quesos de Cabrales y
Valdeón ponen el colofón a una de las gastronomías más demandadas.
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