martes, 6 de marzo de 2012

Esperanza, ¿dónde te has ido?


Vivimos en un mundo irreal, ilícito y sin sentido alguno. Nos hablan de estado de bienestar, avances sociales, de libertades y demás tonterías orientadas a reconfortar la oreja. Sin embargo, la realidad que yo percibo dista mucho de la que me cuentan. Si bien es cierto que tenemos una sanidad financiada y una educación pública, también lo es, que cuando vienen “mal dadas” es en lo primero que recortan. Por lo que tengo entendido haciéndole pagar el IBI a la Iglesia, recortando en defensa, suprimiendo las obsoletas diputaciones o persiguiendo con firmeza el fraude fiscal, lograríamos reducir ampliamente el déficit.

Todo está orientado hacia la máquina económica, y se evita, por todos los medios, perjudicar cualquier aspecto relacionado con el mundo financiero. Esto les permite a los banqueros actuar con una impunidad impropia de un estado democrático. En ningún momento he oído hablar de  rescates, por parte del Gobierno, a particulares, pero si se rescata a las entidades financieras. Lo peor de todo es que han estafado y engañado con productos financieros a gran parte de sus clientes. Muchas personas han perdido sus ahorros por el engaño, la mala información y la actuación a mala fe de los trabajadores de las entidades financieras. “Esto sí es prevaricación”. Si tienen un ápice de ética, que no lo tienen, se deberían de dar cuenta lo mucho que cuesta a la gente ganar el dinero y la ruina que han provocado en muchas familias. Pero en lugar de eso, se aprovechan de que el Gobierno premia a los villanos.

En este momento, si te despiden, con la nueva reforma laboral, te vas con una mano delante y otra atrás, tendrás que trabajar para cobrar el paro, quitándole el puesto a uno que está a punto de ser embargado, y cuando te quedes sin cotización, porque te quedarás antes de encontrar trabajo, te darán, eso si te los dan, cuatrocientos miserables euros otros seis meses, como si fuese un regalo increíble. Luego que Dios te pille confesado. ¿Por qué salvamos a los bancos y no a las personas?

Vamos a ver esto mismo desde la perspectiva que impera entre los que más tienen. Un político puede ostentar tantos cargos, con sus respectivos sueldos, como se le antoje. El ciudadano de a pie no puede tener más de un empleo. ¿Y por qué se les paga tanto si pueden llegar a ocupar once puestos? Eso quiere decir que no deben trabajar tanto en relación a lo que cobran, puesto que tienen tiempo de sobra para ejercer once cargos, irse de comidas, de celebraciones y hacerse las fotos de rigor. Encima con cotizar siete años es suficiente para que le quede una pensión íntegra.

Si trabajas como directivo de una entidad financiera, al dejar el cargo tienes una indemnización desorbitada, la vida solucionada económicamente, y todo ello en pago a una gestión, que en la mayoría de los casos se ha hecho mal y con el dinero de los clientes, aquellos a los que les están quitando la vivienda y destrozándoles la vida. ¿Por qué se permite esto? ¿Qué derecho tiene esta gente a burlarse de todos nosotros? Ellos son los culpables de esta situación y encima les recompensamos.

A veces me dan ganas de rescatar algún concepto, ya olvidado, de los que se perdieron trás los años 60.

2 comentarios:

  1. Haciendo eso que propones en el primer párrafo no solo reduciríamos ampliamente el déficit, sino que tendríamos superávit.

    Pero no conviene a los próceres del reino, dejarían de ser cada vez más ricos.

    ResponderEliminar
  2. De verdad que no entiendo lo de la Iglesia, siendo un estado laico el nuestro. Solo con el IBI de la Iglesia se pagaba, creo que era así, la mitad del marrón que tenemos.

    ResponderEliminar