Vivimos en un mundo irreal, ilícito y sin sentido alguno.
Nos hablan de estado de bienestar, avances sociales, de libertades y demás
tonterías orientadas a reconfortar la oreja. Sin embargo, la realidad que yo
percibo dista mucho de la que me cuentan. Si bien es cierto que tenemos una
sanidad financiada y una educación pública, también lo es, que cuando vienen “mal
dadas” es en lo primero que recortan. Por lo que tengo entendido haciéndole
pagar el IBI a la Iglesia, recortando en
defensa, suprimiendo las obsoletas diputaciones o persiguiendo con firmeza el
fraude fiscal, lograríamos reducir ampliamente el déficit.
Todo está orientado hacia la máquina
económica, y se evita, por todos los medios, perjudicar cualquier aspecto
relacionado con el mundo financiero. Esto les permite a los banqueros actuar con una impunidad
impropia de un estado democrático. En ningún momento he oído hablar de rescates, por
parte del Gobierno, a particulares, pero si se rescata a las entidades
financieras. Lo peor de todo es que han estafado y engañado con productos
financieros a gran parte de sus clientes. Muchas personas han perdido sus
ahorros por el engaño, la mala información y la actuación a mala fe de los
trabajadores de las entidades financieras. “Esto sí es prevaricación”. Si
tienen un ápice de ética, que no lo tienen, se deberían de dar cuenta lo mucho
que cuesta a la gente ganar el dinero y la ruina que han provocado en muchas
familias. Pero en lugar de eso, se aprovechan de que el Gobierno premia a los villanos.
En este momento, si te despiden, con la nueva reforma
laboral, te vas con una mano delante y otra atrás, tendrás que trabajar para cobrar
el paro, quitándole el puesto a uno que está a punto de ser embargado, y cuando
te quedes sin cotización, porque te quedarás antes de encontrar trabajo, te
darán, eso si te los dan, cuatrocientos miserables euros otros seis meses, como si fuese
un regalo increíble. Luego que Dios te pille confesado. ¿Por qué salvamos a los bancos y no a las personas?
Vamos a ver esto mismo desde la perspectiva que impera
entre los que más tienen. Un político puede
ostentar tantos cargos, con sus respectivos sueldos, como se le antoje. El ciudadano de a pie no puede tener más de
un empleo. ¿Y por qué se les paga tanto si pueden llegar a ocupar once puestos? Eso quiere decir que no deben trabajar tanto en relación a lo que cobran, puesto que tienen tiempo de sobra para ejercer once cargos, irse de comidas, de celebraciones y hacerse las fotos de rigor. Encima con cotizar siete años es suficiente para que le quede una pensión íntegra.
Si trabajas como directivo de una entidad financiera, al dejar el cargo tienes una indemnización desorbitada, la vida solucionada económicamente, y todo
ello en pago a una gestión, que en la mayoría de los casos se ha hecho mal y
con el dinero de los clientes, aquellos a los que les están quitando la vivienda
y destrozándoles la vida. ¿Por qué se permite esto? ¿Qué derecho tiene esta gente a burlarse de todos nosotros? Ellos son los culpables de esta situación y encima les recompensamos.
A veces me dan ganas de rescatar algún concepto, ya
olvidado, de los que se perdieron trás los años 60.
Haciendo eso que propones en el primer párrafo no solo reduciríamos ampliamente el déficit, sino que tendríamos superávit.
ResponderEliminarPero no conviene a los próceres del reino, dejarían de ser cada vez más ricos.
De verdad que no entiendo lo de la Iglesia, siendo un estado laico el nuestro. Solo con el IBI de la Iglesia se pagaba, creo que era así, la mitad del marrón que tenemos.
ResponderEliminar