lunes, 12 de marzo de 2012

Los tiempos cambian


Es curioso como los conceptos se desvirtúan o cambian de sentido. La pobreza, por ejemplo, es uno de estos conceptos que no quedan claros. Antes, por pobre se entendía a aquella persona que no tenía ni para comer. Como ejemplo, tenemos a esas pobres gentes que viven en el África subsahariana, sin el alimento necesario para pasar el día, ni agua, ni electricidad, ni ningún elemento destinado a hacer más confortable la existencia.

El concepto de pobreza se ha ampliado mucho. En España, por persona pobre consideramos a aquella que lo pasa mal para llegar a final de mes, que tiene unos ingresos  que se extinguen antes de percibir los siguientes. Pero, ¿no es un poco frívolo considerar a alguien que tiene un iPhone, ordenador, conexión a internet, un televisor de 41 pulgadas, etc., como pobre? ¿Puede resultar como una burla a aquellas personas que no tienen lo básico, un plato de comida, agua, ropa y un techo dónde cobijarse? A veces me da la impresión de que somos muy egoístas, quizás víctimas de una sociedad materialista que nos ha convertido en energúmenos.

Analizando esto, me doy cuenta que el pobre de España, el del iPhone y demás, es un afortunado. Come caliente, no duerme en un cajero automático, ni en el banco de un parque y seguro que si se liberara de los cargos económicos que cree indispensables, pero que no lo son, dejara de salir a tomar cañas y de comprar tecnología, tendría una economía más estable.

Nos debemos dar por satisfechos si tenemos lo básico para subsistir y llegado el momento podemos pagar el óbolo a Caronte.

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