Hubo
un tiempo, hoy glorioso, donde el desconocimiento, que no la ignorancia, se solventaba
con enormes dosis de imaginación. Una creatividad que no dudaba en sobrepasar
los límites de la supuesta veracidad científica para otorgar credibilidad a sus
obras. Y así, cuando los datos no podían ser corroborados, las ausencias se
cubrían con suposiciones y fabulaciones para intentar tejer relatos coherentes
de tiempos ya pasados.
Paul
Jamin participó en el Salón de París del
año 1888 con su obra El rapto – Edad de
Piedra (hoy en el Museo
de Bellas Artes de Reims). Una realista imagen que trata de dar luz, de
forma un tanto fantasiosa, a lo que se suponía una escena corriente – a la luz
del número de veces representada por otros artistas- de la Prehistoria humana según
se entendía a finales del XIX. Dos musculosos hombres luchan por una bella
mujer desnuda que se resiste a su secuestrador. La violenta escena se encuadra
en un bucólico paisaje montañoso.
Fuente: http://www.archive.org/stream/salonillustr00soci#page/n43/mode/2up |
Un
simple análisis formal de la obra nos remitirá a la formación académica de este
pintor francés. Junto a otros artistas hizo de la Prehistoria un género
pictórico. Sin embargo, fue incapaz de desprenderse de ese halo clasicista que
impregnaba todo lo que salía de la
Academia de Bellas Artes de Francia. La escena prehistórica,
con toda la supuesta brutalidad que Jamin le imprime, se basa en las
suposiciones derivadas de los hallazgos de la ciencia prehistórica. Todo ello
aderezado convenientemente por la fantasiosa imaginación del artista y
condimentado con su formación academicista. Más que una escena prehistórica,
parece que asistimos a un rapto de Helena dentro de la más pura tradición
clásica.
Uno
de los aspectos más cruciales del cuadro está representado por el papel
femenino. La mujer parece ser algo que pueda ser sometido a la esclavitud de
una forma brutal, aceptando el designio establecido por el vencedor de la cruel
contienda. Pero en definitiva, no es sólo la mujer de la “Edad de Piedra” la
subyugada a la brutalidad del hombre. Es la mujer de todos los tiempos sometida
al principio de dominación masculina mediante el empleo de la violencia.
Jamin
trataba de pintar la Prehistoria. De
hecho, es conocida su exactitud y la rigurosidad en sus métodos de trabajo. Sin
embargo, y cómo bien recuerda Philippe Dagen en el catálogo científico de la
exposición “Venus
y Caín. Nacimiento y tribulaciones de la Prehistoria en el
siglo XIX”, no es menos cierto que estos artistas no podían escapar de su
propia sociedad. Y quizás, consciente o inconscientemente, sus cuadros, sus
dibujos o sus ilustraciones, concebidas para mostrar al gran público la
fascinación por una época tan distante y enigmática, no hacían más que mostrar
a los espectadores como eran ellos mismos: violentos, salvajes, machistas, en
definitiva, destructores.
Luis Pérez Armiño
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