jueves, 15 de marzo de 2012

La despiadada hidra


Hoy he visto un reportaje que me ha hecho reflexionar sobre un tema de gran calado social y al que no se le da, por lo menos desde las instituciones, la importancia que se debiera. El reportaje en cuestión habla de un nuevo método de adelgazamiento basado en el Mango Africano. Parece ser que con este método se pierden unos doce kilos en un mes.

El reclamo que utilizaron fue una, menos que más, conocida reportera que presumía de escéptica ante el milagroso producto y que se prestaba como conejillo de indias, para descubrir el fraude. Una vez catado el producto, cambió de opinión, dando la razón a los fabricantes del mejunje. El resultado del Mango Africano, según atestigua, fue espectacular y a pesar de haberse quedado en los huesos, como ella misma aseguró, piensa seguir tomándolo. ¿Para qué, me pregunto yo? Conocen tan bien el poder de la desesperación del obeso que ni siquiera se esfuerzan en hacer creíble la mentira.

El Mango Africano te lo presentan como un producto increíble que te hace perder tejido adiposo a un ritmo cuatro veces mayor que haciendo dieta y ejercicio, en un mismo periodo de tiempo. Además, te aumenta la energía y potencia los aminoácidos. Es decir, si tú tomas Mango Africano y lo combinas con café, estimularás la pérdida de peso y aumentarás la energía, acelerarás el metabolismo y tu cuerpo quemará calorías con mayor eficiencia. ¡Vamos!, lo que necesita oír una chica de quince años, por poner un ejemplo, que está obsesionada con su peso.

No sé que quienes me parecen más crueles, los que jueguen con los traumas y complejos de la personas para enriquecerse, o aquellos que deben de perseguir y castigar el fraude y no hacen absolutamente nada por evitarlo. No soy dietista, pero puedo asegurar que no hay dieta milagrosa que no te dañe. Por gracia o desgracia, no hay mejor régimen que rebajar la cantidad de alimentos que consumimos, sobre todo los que contienen altas cantidades de grasas, y aumentar la actividad física. Es muy importante, en este proceso, tener fuerza de voluntad, paciencia y constancia, no hay más milagro.

Si aun así, te empeñas en hacer una dieta, por lo menos ponte en manos de un especialista. La mayoría de las dietas mágicas atentan contra la salud y en la mayoría de los casos no se consigue los resultados esperados, en otros muchos se acaba siendo víctima de nuestra propia obsesión. En la mejor de las previsiones habrás pagado la intemerata por un placebo.

Tenemos un grave problema en la sociedad con el canon de belleza, tan simple que, o eres delgado, o eres un marginal. Este problema no se ha atajado en su momento y ahora es difícil controlarlo, es más, los casos de anorexia y bulimia, cada vez con mayor frecuencia, se dan en edades más tempranas. ¿Tan difícil es que se vigilen las publicidades engañosas? 

Otro asunto, que mi mente no llega a entender, es la actitud de todos estos actores, artistas y demás gente famosa. Personas del ámbito público que ofrecen su tirón mediático por un puñado de euros, a cambio de anunciar productos mágicos. Me gustaría que, si se demuestra el fraude del producto que anuncian, se les aplique a ellos también, con todo rigor, la ley. Alguien debería de enseñarles que la dignidad no se vende y que infligen un cuantioso daño a un gran sector de la población, al prometerles que tal producto les dejará el cuerpo como el del anunciante. Aunque parezca un absurdo, hay muchas personas poseídas por su obsesión que solo escuchan lo que quieren oir, por descabellado que sea.


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