Cuando los dioses se revelaron a los griegos, estos conocieron a la Justicia, que atendía al nombre de
Temis. Supieron que era la hija de Gea, diosa de la tierra, y de Urano, dios del
cielo. También se percataron de su relacción con Zeus, padre del Olimpo. Algunos
incluso afirmaron que fruto de ese amor nacieron las parcas o moiras, Cloto, la
de la rueca, Laquesis, la del huso, y Atropos la de las tijeras. Sabían que
Temis portaba una espada y una balanza que la otorgaba firmeza y ecuanimidad en sus decisiones y llevaba una venda en los ojos para que no hiciera distinciones entre humanos.
Cuentan que para asegurar su poder y demostrar que
la Justicia está avalada por la fuerza, con el ánimo de que nadie caiga en
tentación de violarla, se acompañaba de un León. También se sabe que hubo un
tiempo que Temis residió en la tierra, pero horrorizada por la crueldad humana,
se refugió en el cielo. Quedó así la tierra, momentáneamente desprovista de
la Justicia.
El hombre, altivo y arrogante, no se ha conformado con su
hado. Absorbido por su propia ignorancia se creyó sabio y a tal punto llegó su
ego, que creó sus propias leyes, considerándolas como las únicas válidas. Aprovechó el ostracismo de Temis y usurpó su
poder. La despojó de su venda y su ropa y puso la justicia a su servicio.
El hombre se sintió divinizado, esclavizó al dios y de siervo se transformó en
amo. Las leyes del hombre permitían matar a otros seres por placer, y llegaron
a más, permitían, o por lo menos justificaban, que se matasen entre los propios
hombres. Ya no era la ley de la naturaleza, ni siquiera del hombre, era la ley
de los que estaban en el poder. Se beneficiaron de la ausencia de Temis para
mancillar su nombre.
La impúdica humanidad ha secuestrado los poderes divinos, creyéndose con ello omnipotentes. Pero omiten que las deidades no están sometidas a Cronos, no tienen cuenta atrás y el tiempo resulta efímero. No hay presura en
regresar a su sitio, pues lo harán cuando gusten. Olvidaron los seres humanos que
al igual que Caronte retornará de su ostracismo, Temis hará lo propio, pues no
hay poder humano que doblegue la voluntad de los dioses. Ese día los usurpadores conocerán el veredicto de Temis y las tijeras
de Atropos.
precioso
ResponderEliminarel texto, no tu...
ResponderEliminarNo, si nos salió graciosillo. Me alegro que haya gustado.
ResponderEliminarPor evitar malentendidos.
ResponderEliminarSi, me ha gustado mucho.
Espero seguir complaciéndote, mañana la parte II de la unificación alemana
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