Este es el nombre de una exposición que,
precisamente, este 22 de abril, cerrará sus puertas en el Museo Nacional y
Centro de Investigación de Altamira. La muestra tomaba como discurso expositivo
la narración de un periodo de especial interés arqueológico: el Gravetiense.
Dentro de las periodizaciones establecidas por los expertos para describir las
diferentes culturas o fases del Paleolítico, el Gravetiense se corresponde con
uno de los momentos iniciales del Paleolítico Superior.
La exposición temporal se articulaba de tal manera
que trataba de ofrecer la visión más completa posible y de acuerdo a las
últimas investigaciones sobre este periodo concreto. Su importancia radica en
la luz que se puede arrojar sobre uno de los puntos más controvertidos de la
actual investigación prehistórica: la transición del Paleolítico Medio al
Superior.
El Paleolítico Superior supuso la aparición del
hombre moderno en escena, del Homo
sapiens, que sustituye en Europa a las poblaciones neandertales. La irrupción
del hombre moderno se acompañó de nuevas industrias líticas, el aprovechamiento
de nuevos recursos o la aparición de signos evidentes de vida espiritual. Sin
embargo, actualmente, dos tendencias se contraponen respecto a la transición
Paleolítico Medio – Superior: implica un periodo de continuidad o se dio una
ruptura brusca.
El Gravetiense se desarrolló de forma aproximada
hace entre aproximadamente 29.000 y 20.000 años, extendiéndose por toda Europa.
En las zonas centrales y orientales del continente este momento supuso una
época de especial esplendor cultural. Se han localizado asentamientos
poblaciones estacionales caracterizados por su enorme complejidad. En ellos, se
utilizan los restos óseos del mamut para formar las estructuras habitacionales
(Pavlov, en la antigua Checoslovaquia).
Pero uno de los hallazgos más espectaculares de este
periodo son las denominadas Venus. Se
trata de figurillas antropomorfas femeninas realizadas con barro o con piedra.
Suelen llamar la atención por sus voluptuosas formas, en las que se destacan
especialmente los atributos femeninos mientras que apenas se presta atención a
los rasgos faciales. Entre las más conocidas, la de Willendorf, la de Lausell…
Se han localizado en toda Europa, desde oriente hasta Francia. Sin embargo, en
la península Ibérica no se ha localizado ningún ejemplar de estas misteriosas Venus.
Son muchas las interpretaciones que han surgido
sobre este tipo de figurillas y las teorías se han abordado desde los más
diversos puntos de vista. Sin embargo, como todo aquello referido al arte
paleolítico, es imposible establecer de forma precisa y cierta qué
significaban. Lo único que parece evidente es que se trataba de algún tipo de
figuras rituales. Sin embargo, el misterio sigue envolviendo a esta Venus, ofreciéndonos como única
posibilidad poder admirarlas sabiendo que nunca seremos capaces de desentrañar
su último sentido.
Luis Pérez Armiño
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