domingo, 8 de abril de 2012

Polémicas en torno a una etiqueta

Primero, sería necesario hablar de la etiqueta en cuestión. Una etiqueta, que con más de cien años de existencia, todavía está sujeta a agrias polémicas y a las más variadas interpretaciones. Son muchos los que se han aventurado a trazar las más variopintas explicaciones sobre la etiqueta en cuestión. Y, sin embargo, a día de hoy, con todos nuestros medios al alcance, nadie puede asegurar con total certeza el significado de la dichosa etiqueta.

Su lectura iconográfica es simple. Un hombre con rasgos animales, simiescos, o más bien un simio humanizado, aparece sentado. En la mano izquierda sostiene una botella que presumimos sea de anís según veremos más adelante. En la otra, un rollo de papel donde aparece escrita una curiosa leyenda: “Es el mejor. La ciencia lo dijo y yo no miento”. La figura está enmarcada por una cartela coronada en su parte superior por un escudo “corto” de España (aquellos en los que sólo aparecían las armas de León y Castilla y en el centro la de los Borbones) y la marca comercial del producto: “Anisado refinado Vicente Bosch. Badalona”.

Vicente y José Bosch crearon la famosa marca de Anís del Mono en el año 1870, instalándola la factoría en la localidad catalana de Badalona. Vicente Bosch era un hábil hombre de negocios y ya era consciente de la importancia del marketing. En 1897 convocó un concurso para crear la etiqueta de su anís, siendo elegida la propuesta del pintor modernista Ramón Casas.

El problema surge a la hora de desentrañar el misterioso significado de la etiqueta. Bosch era un fundamentalista creacionista, o más bien era un firme defensor de las nuevas teorías evolucionistas que circulaban por Europa a partir de la publicación en 1859 de El origen de las especies de Darwin. Puede, a lo mejor con más razón, que Bosch fuera un simple oportunista, un visionario de la publicidad que vio en el mono la oportunidad de ofrecer una imagen de marca con garantías de éxito. El mismo llegó a acuñar para su anís la pegadiza frase de “la más evolucionada”. 

Los Bosch mantenían estrechas relaciones comerciales con América. En uno de los barcos que utilizaban en estos contactos, cuenta la leyenda que venía un mono que pronto fue adoptado en la fábrica del anís. A partir de ese momento, los habitantes de Badalona se acercaban a la “factoría del mono” donde el animal se había convertido en todo un reclamo turístico. Quizás, Vicente Bosch encontró en la propia fábrica la imagen de su marca. A esta oportunidad, le sumó la adecuada dosis de oportunismo comercial, creando una de las etiquetas comerciales más famosas y duraderas de nuestro país.

Hoy en día, parece que se prefieren las historias que incluyen esta etiqueta en aquellas cruentas luchas entre creacionistas fanáticos y evolucionistas, igualmente fundamentalistas. Y mientras, la etiqueta ya tiene más de un siglo de historia y forma parte de la historia más común de nuestros bares y hogares. 

Luis Pérez Armiño



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