Tengo un especial cariño a estos versos, pues fue de las
primeras veces que me visitó la musa. Era pequeño e inocente, ¿o no tanto?, lo cierto es que ya era yo.
Con la noche tuve miedo,
con la lluvia dolor,
pero solo tus ojos sinceros
concedieron el perdón
Es ese llanto de los penados
que lacerado deja mi ser,
con mucha fuerza y arrojo,
tesón y brillantez habré de vencer
Mientras haya un solo
menesteroso orador,
menesteroso orador,
con furia en mi mano
daré muerte al traidor
daré muerte al traidor
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