Cualquier
afirmación que se haga en tema tan resbaladizo como el del arte paleolítico,
más si es referida a cuestiones como sus orígenes o autorías, debe hacerse con
todo tipo de cautelas. Todo son suposiciones que se pueden sustentar en unas
bases más o menos fiables desde el punto de vista metodológico, pero cuya
aceptación debe responder a un cuestionamiento crítico de los datos ofrecidos
así como de los métodos y técnicas empleados para conseguirlos. Hace
relativamente poco, a principios del mes de mayo, se dio a conocer una noticia
que, de ser cierta, revolucionaría un campo tan discutible y problemático como
el relativo a la evolución humana: la posibilidad de formas artísticas debidas
a la mano del Neanderthal.
Situándonos
en el contexto, los datos provienen de Nerja, en la provincia de Málaga. La cueva de Nerja
constituye una de las estaciones con arte paleolítico situadas más al sur del
continente europeo. En conjunto, se ha descrito una interesante presencia de
muestras de arte rupestre que correspondería a dos momentos: según la
cronología absoluta, un primer grupo tendría unas fechas de entre 20.000 y
16.000 años antes del presente; y uno segundo, posterior, fechado en torno a
hace 12.000 años (habría que añadir otros conjuntos encuadrados dentro de
periodos más recientes de la Prehistoria). La cueva destaca por la variedad
tanto estilística como temática de sus manifestaciones. Aunque siempre llamó la
atención un conjunto de seis pisciformes en uno de los camarines más profundos
y ocultos de la cavidad.
Son
estas últimas representaciones las que han levantado la polémica. En primer
lugar, han sido identificadas como focas. El dato en sí no es más relevante y
no suscita ningún interés en particular, ya que las representaciones de focas
son conocidas en otras estaciones de arte rupestre. Sin embargo, el dato
problemático deviene de su supuesta cronología. Recientes estudios y análisis
cronológicos de restos de carbón aparecidos al pie de las pinturas podrían
datarse con una antigüedad entre los 43.000 y los 42.000 años. De existir una
relación entre las pinturas y los restos del carbón, y de ser exacta la
calibración cronológica, estaríamos ante unas focas neandertales (más bien
pintadas por ¡neandertales!).
La
noticia tendría un especial calado e implicaría la suposición de una capacidad
estética al hombre de Neandertal que hasta el momento sólo se pensaba y se
consideraba como un rasgo definitorio del Homo
Sapiens Sapiens. Las implicaciones de esa cronología son más que evidentes.
Sin
embargo, los datos deben ser manejados con mucha precaución. Las muestras
fueron recogidas de unos restos de carbón que aparecieron en el suelo a unos
diez centímetros de las pinturas. Es decir, no existe una cronología para las
pinturas propiamente dichas. En todo caso, los investigadores deberían ser
capaces de establecer la relación entre la muestra datada y las pinturas de las
focas, cuestión más que complicada. En todo caso, es un asunto sujeto a mera
suposición.
Sin
ser experto en la materia, me parece totalmente cuestionable la atribución de
una relación entre unos restos de carbón aparecidos al pie de las pinturas y
las focas representadas. Es una aventurada suposición cuyo último fin, quizá,
pueda ser atraer la atención sobre un yacimiento de importancia tan destacada
como el que alberga la cueva malagueña. En época de crisis económica, las
disciplinas humanísticas suelen ser las primeras en caer en las sangrientas
batallas de los recortes. Y en la guerra, está claro, todo vale. Pero como en
el caso de las focas neandertales, todos son suposiciones.
Luis
Pérez Armiño
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