Los
comienzos del siglo XX se iniciaron con una vertiginosa carrera cuya meta era
el descubrimiento de cualquier dato, cualquier resto o fósil, cualquier
información que pudiese arrojar algo de luz sobre un tema tan en tinieblas como
era el de la evolución humana. En una época donde la ciencia todavía tenía que
superar gran cantidad de barreras ideológicas, aspectos relativos al
evolucionismo y sus implicaciones todavía podían ser fuente de encendidos
debates.
Dart,
uno de los eminentes investigadores que abrieron camino con su trabajo a la
paleoantropología, tuvo que hacer frente a estas dificultades, cuando sus
teorías e investigaciones en torno al Australopithecus
fueron rechazadas. Sólo el tiempo pudo otorgar razón a los nuevos esquemas
evolutivos propuestos por Dart. Sin embargo, otras de sus teorías han sido
desmontadas de forma irrefutable.
El
hallazgo del “Niño de Taung” provocó un error en la interpretación que Dart
hizo del contexto donde se habían localizado los restos. Según el investigador,
el Australopithecus africanus
habitaba zonas de cueva, dedicándose a la caza de pequeñas presas, con lo que
sería capaz de desarrollar determinados instrumentos, generando un modelo clave
en el que el bipedismo jugaba un papel fundamental dentro del proceso
evolutivo. Este teoría la sustentaba en base a la aparición de determinados
restos que interpretaba como manipulados por el Australopithecus.
Incluso,
llegó a considerar la existencia de una antiquísima industria que denominó como
osteodontoquerática. Es decir, una
industria realizada por estos primigenios homínidos sobre objetos de hueso, dientes
o cuernos. En definitiva, sobre materiales perecederos de los que no quedaría
constancia por las dificultades de conservación en el registro arqueológico:
materiales orgánicos como los restos óseos, la madera, etc.
Sin
embargo, posteriores estudios contrastaron los datos ofrecidos por Dart
apuntando a un error de interpretación de las evidencias fósiles. Según Dart, los
Australopithecos se habrían dedicado
a la caza de pequeñas especies animales. Su aprovechamiento habría generado un
depósito de restos desechados en los yacimientos. Sin embargo, posteriores
exámenes taxonómicos de los restos han demostrado que el yacimiento más bien podría
interpretarse como un cubil de hienas, proponiendo que el Australopithecus, en todo caso, podría haber sido víctima y no
ejecutor. De hecho, la manipulación que presentaba los restos óseos localizados
no era tal, siendo más bien marcas de descarnado debidas a la acción de los
carroñeros sobre los restos de huesos.
La
industria osteodontoquerática pasó a
mejor vida. Y habría que esperar a los descubrimientos de industrias líticas,
de extremada sencillez, en Olduvai, en la zona de Etiopía, para confirmar las
primeras herramientas manufacturas por homínidos, con antigüedades superiores a
los dos millones de años.
Luis
Pérez Armiño
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