lunes, 28 de mayo de 2012

El retorno del compungido


Hacía un buen rato que la noche había desplegado su maravilloso manto oscuro, siniestro y mágico. Muchas noches, demasiadas me parecen ahora, cuya única compañía que tuve fueron las criaturas del bosque. Ellas me acompañaron en mi ostracismo y me dieron esperanza. No recuerdo con exactitud el tiempo que llevo lejos de mi hogar, ni siquiera alcanzo a evocar cuándo fue la última vez que conversé con alguien. Tampoco lo he añorado, pues en tú camino siempre encuentras un pastor o un labriego entregado a su faena, que evito por no retardar el paso, un paso que nunca me llevó a sitio alguno.

Hoy hace una noche fría y seca, demasiado para ser septiembre. Este año el invierno se presenta  duro y largo. Noto el bosque alterado, como si sus habitantes percibieran la crudeza que está por venir. Ha sido un día extraño, enrarecido y no se explicar la razón que me lleva a ese pensamiento.

Demasiados años fuera del hogar, muchas jornadas sin recuerdos, vagando sin rumbo definido. Ahora vuelvo como prófugo de la vida, cansado de huir y entregando su lucha. Marché joven y vigoroso y vuelvo viejo y cansado. Cuantas veces me arrepentí y pensé en volver, mas el miedo me lo impedía, jamás retrocedí lo andado. Pero ahora soy demasiado anciano para temblar, ya no tengo nada que perder y mucho que ganar.

Todavía recuerdo la noche del adiós, la deje durmiendo, con sus bucles negros como el carbón, deslizándose por su mejilla. Yo era un adorador de tinieblas, pues solo así se explica que escapará de tal belleza. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario