Aspecto
tan controvertido como el de la evolución humana no puede verse libre de
conjeturas y especulaciones respecto a sus contenidos. A día de hoy, la ciencia
ya ha arrojado datos verdaderos y contrastados sobre determinados aspectos
fundamentales para comprender el proceso de hominización: el bipedismo, el uso
de herramientas, el desarrollo cerebral y un largo etcétera de cualidades que
hacen al hombre ser hombre y alejarse paulatinamente de sus parientes los simios.
Sin embargo, todavía hay una pregunta en el aire que necesita respuesta
fidedigna: ¿En qué momento cantaba Donal Johanson la canción de los Beatles Lucy in the Sky with Diamonds?
Para
aclarar pistas que puedan arrojar luz sobre este hecho tan fundamental en la
ciencia paleoantropológica. Donal Johanson dirigía el equipo de investigación
que excavaba el yacimiento de Hadar (Etiopía) en el que se localizaron los
restos de Lucy, una Austrolopithecus afarensis, en 1974. La Prehistoria, tan
propensa a bautizar los restos paleontológicos como si se tratasen de adorables
mascotas, otorgó a este fósil fundamental para comprender el proceso evolutivo
el nombre de Lucy en homenaje a la canción del grupo británico. Ahora bien,
unos dicen que los excavadores entonaban la canción durante los trabajos de
extracción de los restos; otros aseguran que fue cantada alegremente la noche
del descubrimiento para celebrarlo; y, por último, algunos afirman que había
sido la noche anterior a tal espectacular hallazgo.
Lucy
es quizás el esqueleto más completo hasta el momento recuperado del Australopithecus afarensis. Una especie
de prehomínidos que habitaron la zona oriental de África (Etiopía es donde
mayor número de restos se han localizado) cuya principal aportación al mundo de
la ciencia fue proporcionar las primeras evidencias de bipedismo, confirmados
por los recientes hallazgos del propia Johanson en 2011. Lucy era una mujer, de
en torno a unos 20 años, de corta estatura que rondaba el metro de altura y con
un peso no muy elevado, entre los 20 y los 30 kilogramos.
Destacaba por ciertos aspectos primitivos, como la poca capacidad craneal o
unas extremidades superiores muy alargadas, similares a los de los grandes
primates actuales. Sin embargo, su dentición era más evolucionada y presentaba
el fundamental rasgo del bipedismo.
Las
diversas dataciones otorgan a Lucy, nuestra primera antepasada bípeda, una
antigüedad de en torno a 3’2 millones de años antes del presente. Y, sin duda,
su principal aportación al conocimiento del ser humano ha sido la cuestión
relativa al bipedismo. Aunque Lucy seguramente mantendría determinadas
prácticas arbóreas, los restos localizados del pie suponen que Lucy era capaz
de desplazarse en espacios abiertos sobre sus dos extremidades inferiores. Esos
datos hacen suponer a los investigadores que no fue imprescindible ni necesario
el desarrollo cerebral previo al bipedismo, sino que fue posterior y más lento.
Lucy
es de esos raros hallazgos que suponen una luz inmensa sobre los misterios que
todavía envuelven los caminos que llevaron al ser humano a ser lo que es.
Gracias a esta pequeña prehomínida los investigadores han sido capaces de
dibujar una escena fundamental para comprender el proceso evolutivo de nuestra
especie. Sin embargo, todavía me queda una duda, ¿cuándo se cantó la famosa
canción de Lucy in the Sky…?
Luis
Pérez Armiño
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