domingo, 13 de mayo de 2012

Del árbol al suelo: Lucy y demás familia


Aspecto tan controvertido como el de la evolución humana no puede verse libre de conjeturas y especulaciones respecto a sus contenidos. A día de hoy, la ciencia ya ha arrojado datos verdaderos y contrastados sobre determinados aspectos fundamentales para comprender el proceso de hominización: el bipedismo, el uso de herramientas, el desarrollo cerebral y un largo etcétera de cualidades que hacen al hombre ser hombre y alejarse paulatinamente de sus parientes los simios. Sin embargo, todavía hay una pregunta en el aire que necesita respuesta fidedigna: ¿En qué momento cantaba Donal Johanson la canción de los Beatles Lucy in the Sky with Diamonds?

Para aclarar pistas que puedan arrojar luz sobre este hecho tan fundamental en la ciencia paleoantropológica. Donal Johanson dirigía el equipo de investigación que excavaba el yacimiento de Hadar (Etiopía) en el que se localizaron los restos de Lucy, una Austrolopithecus afarensis, en 1974. La Prehistoria, tan propensa a bautizar los restos paleontológicos como si se tratasen de adorables mascotas, otorgó a este fósil fundamental para comprender el proceso evolutivo el nombre de Lucy en homenaje a la canción del grupo británico. Ahora bien, unos dicen que los excavadores entonaban la canción durante los trabajos de extracción de los restos; otros aseguran que fue cantada alegremente la noche del descubrimiento para celebrarlo; y, por último, algunos afirman que había sido la noche anterior a tal espectacular hallazgo.

Lucy es quizás el esqueleto más completo hasta el momento recuperado del Australopithecus afarensis. Una especie de prehomínidos que habitaron la zona oriental de África (Etiopía es donde mayor número de restos se han localizado) cuya principal aportación al mundo de la ciencia fue proporcionar las primeras evidencias de bipedismo, confirmados por los recientes hallazgos del propia Johanson en 2011. Lucy era una mujer, de en torno a unos 20 años, de corta estatura que rondaba el metro de altura y con un peso no muy elevado, entre los 20 y los 30 kilogramos. Destacaba por ciertos aspectos primitivos, como la poca capacidad craneal o unas extremidades superiores muy alargadas, similares a los de los grandes primates actuales. Sin embargo, su dentición era más evolucionada y presentaba el fundamental rasgo del bipedismo.

Las diversas dataciones otorgan a Lucy, nuestra primera antepasada bípeda, una antigüedad de en torno a 3’2 millones de años antes del presente. Y, sin duda, su principal aportación al conocimiento del ser humano ha sido la cuestión relativa al bipedismo. Aunque Lucy seguramente mantendría determinadas prácticas arbóreas, los restos localizados del pie suponen que Lucy era capaz de desplazarse en espacios abiertos sobre sus dos extremidades inferiores. Esos datos hacen suponer a los investigadores que no fue imprescindible ni necesario el desarrollo cerebral previo al bipedismo, sino que fue posterior y más lento.

Lucy es de esos raros hallazgos que suponen una luz inmensa sobre los misterios que todavía envuelven los caminos que llevaron al ser humano a ser lo que es. Gracias a esta pequeña prehomínida los investigadores han sido capaces de dibujar una escena fundamental para comprender el proceso evolutivo de nuestra especie. Sin embargo, todavía me queda una duda, ¿cuándo se cantó la famosa canción de Lucy in the Sky…?

Luis Pérez Armiño


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