Toca rasgarse los bolsillos de nuevo para poder salvar a
los que más daño han hecho en este país. Pero bueno, esto no es nuevo, ya
sabíamos que los partidos políticos siempre se ponen de parte del más fuerte y
con ese “seso blando” que les caracteriza, se olvidan de quienes les han
otorgado el poder. Las cifras que arrastran las entidades financieras, para poder
cumplir con las previsiones aprobadas por el Gobierno para el saneamiento de la banca, son escalofriantes.
El problema reside en que ese capital va a salir de algún
lado y no hace falta ser muy listo para saber de donde. Es decir, seguimos como
idiotas pagando las locuras financieras cometidas en la década pasada. Y lo
estamos pagamos todos, los que les siguieron el juego y se compraron un piso a
un precio desorbitado y los que tuvieron
la sensatez suficiente para darse cuenta de la extraña situación inmobiliaria
que vivía España. El caso es que el rico sigue haciéndose más rico, porque
consigue sacar el dinero, de una u otra manera, al pobre, que por su parte cada
hace mayor gala de ese nombre.
No entiendo como el pueblo entero no se levanta contra el
abuso financiero. Hay que ver como las entidades financieras se cachondean de
todos. Se muestran en la publicidad como la cara amable de la sociedad, con sus
“rollos de fundaciones del bien” y unos discursos que son indigeribles para
todos aquellos que tienen un poco de sensatez. Son la versión más
cínica de la realidad y el caso es que se les va a rescatar porque hemos
fundamentado nuestra sociedad en el consumo, otorgándoles el protagonismo. Sigo pensando que hay que seguir el ejemplo de Islandia y pedir explicaciones tanto a políticos como banqueros.
Nos han transformado y nos han convertido en instrumento
de su voluntad. Hace décadas los manifestantes o, incluso, los revolucionarios,
eran contemplados desde una óptica romántica, desde la visión de aquellos que
luchaban por un mundo mejor. En la actualidad, todo aquel que “no entre por el
aro” es considerado como un alborotador, incluso terrorista. Solo hay que
observar, poniendo un ejemplo más asequible y con la excusa de la seguridad
ciudadana, cuantos recortes de libertad hemos sufrido en los últimos quince años. Los que protestan son
considerados como ciudadanos de segunda y tratados, literalmente, a palo limpio.
Para no desviarnos del tema, aquí dejo las espectaculares
cifras. Al cierre del 2012, bancos y cajas tienen que provisionar unos 84.000
millones de euros, casi nada, para hacer frente al saneamiento. Por
entidades, Bankia necesita 4.813 millones de euros, el Santander 2.700
millones, Caixa Bank 2.102 millones, La Banca Cívica 1.287 millones, Unicaja y
Banco Ceiss 888 millones, Caja España-Caja Duero 600 millones, etc., etc., etc.,…
Vamos a ver cuantas entidades pueden cumplir y cuantas, como ya ha pasado en
Bankia, vamos a tener que sanearlas todos.
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