Hay actitudes en la vida que a uno le sacan de sus
casillas. Una de ellas es la doble moral imperante en nuestra sociedad, que alcanza su madurez con el mayor paladín del cinismo, la Iglesia. Pero el problema realmente no
radica en ella, sino en un ilógico apoyo que recibe del Estado “laico” que nos
alumbra. No olvidemos que la Iglesia es uno de los mayores poderes económicos
que hay en España, recibe exenciones fiscales y una contribución fija de 13.266.216,12
euros mensuales, amén de otras muchas formas de financiarse.
Si que es cierto que destina algo de dinero a los más
desfavorecidos, pero no tengo nada que decir de este asunto, porque esa es
precisamente su misión. Además, reparte únicamente migajas y
quién da de lo que le sobra, no se ofrece, otorga limosna. Una ayuda que no contrarresta
el daño que hacen amedrentando al que usa el preservativo, llamando enfermos a
los homosexuales, metiéndose en política,…
Otra circunstancia que me exaspera, reside en el hecho de que en
estos momentos de crisis, se vienen pavoneando de que ellos pueden garantizar un
empleo fijo, por que son así de chulos y tienen ese poder adquisitivo. Intentando aprovecharse del hambre de la gente para rellenar el hueco de la apatía que producen. Sé que
es llevar las cosas a extremos, pero ¿no sería más lógico que se jactaran de
haber impedido embargos a familias en situación precaria?, embargos evitados a
cuenta de su bolsillo, claro está. O que
donen los 13.266.216,12 euros íntegros a causas benéficas, que tienen otras formas
de financiarse y no van a pasar hambre. Otra
posibilidad, viendo como el Gobierno asfixia a la población más desfavorecida, es
que voluntariamente decidieran pagar el IBI. ¡Eso si que sería cristiano!, aliviar
a los que sufren, como tanto canturrean en sus homilías.
No se puede ser tan cínicos, son los primeros que no
creen en Dios, porque alguien que cree fervientemente en la doctrina de
Jesucristo, ¡jamás! jugaría tantas papeletas para ir al infierno. Mancillaron
el nombre de Dios por dinero, al igual que hizo ése que tanto han reprobado,
Judas, el que vendió a Jesús por treinta denarios. Pero lo de la Iglesia es más
grave todavía, venden a Dios, al pueblo y a ellos mismos. A mi modo de entender
las cosas, actúan como cortesanas de Satanás y el mayor ejemplo está en que
debían de servir al más desfavorecido y sin embargo, todos sus esfuerzos se
orientan al pudiente, “exactamente lo mismo que hizo Jesucristo”.
Si que tengo que aclarar, que dentro de la Iglesia hay algún
que otro sacerdote que se implica y desvive por sus parroquianos, pero creo que
ha quedado claro a quiénes me refiero.
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