jueves, 3 de mayo de 2012

No les dará verguenza


Hay actitudes en la vida que a uno le sacan de sus casillas. Una de ellas es la doble moral imperante en nuestra sociedad, que alcanza su madurez con el mayor paladín del cinismo, la Iglesia. Pero el problema realmente no radica en ella, sino en un ilógico apoyo que recibe del Estado “laico” que nos alumbra. No olvidemos que la Iglesia es uno de los mayores poderes económicos que hay en España, recibe exenciones fiscales y una contribución fija de 13.266.216,12 euros mensuales, amén de otras muchas formas de financiarse.

Si que es cierto que destina algo de dinero a los más desfavorecidos, pero no tengo nada que decir de este asunto, porque esa es precisamente su misión. Además, reparte únicamente migajas y quién da de lo que le sobra, no se ofrece, otorga limosna. Una ayuda que no contrarresta el daño que hacen amedrentando al que usa el preservativo, llamando enfermos a los homosexuales, metiéndose en política,…

Otra circunstancia que me exaspera, reside en el hecho de que en estos momentos de crisis, se vienen pavoneando de que ellos pueden garantizar un empleo fijo, por que son así de chulos y tienen ese poder adquisitivo. Intentando aprovecharse del hambre de la gente para rellenar el hueco de la apatía que producen. Sé que es llevar las cosas a extremos, pero ¿no sería más lógico que se jactaran de haber impedido embargos a familias en situación precaria?, embargos evitados a cuenta de su bolsillo, claro está. O que donen los 13.266.216,12 euros íntegros a causas benéficas, que tienen otras formas de financiarse y no van a pasar hambre. Otra posibilidad, viendo como el Gobierno asfixia a la población más desfavorecida, es que voluntariamente decidieran pagar el IBI. ¡Eso si que sería cristiano!, aliviar a los que sufren, como tanto canturrean en sus homilías.

No se puede ser tan cínicos, son los primeros que no creen en Dios, porque alguien que cree fervientemente en la doctrina de Jesucristo, ¡jamás! jugaría tantas papeletas para ir al infierno. Mancillaron el nombre de Dios por dinero, al igual que hizo ése que tanto han reprobado, Judas, el que vendió a Jesús por treinta denarios. Pero lo de la Iglesia es más grave todavía, venden a Dios, al pueblo y a ellos mismos. A mi modo de entender las cosas, actúan como cortesanas de Satanás y el mayor ejemplo está en que debían de servir al más desfavorecido y sin embargo, todos sus esfuerzos se orientan al pudiente, “exactamente lo mismo que hizo Jesucristo”.

Si que tengo que aclarar, que dentro de la Iglesia hay algún que otro sacerdote que se implica y desvive por sus parroquianos, pero creo que ha quedado claro a quiénes me refiero.

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